Sin duda los congresos locales desempeñan un papel fundamental en la creación de leyes, fiscalización del gasto público y supervisión de los gobiernos estatales. Sin embargo, una preocupación persistente es la opacidad con la que muchas veces operan estos órganos legislativos. Esta falta de transparencia socava la confianza ciudadana y debilita los mecanismos de rendición de cuentas que son esenciales para una democracia funcional.
Diversos informes de organizaciones civiles y centros de investigación han evidenciado que los congresos locales frecuentemente incumplen con obligaciones básicas de transparencia. Por ejemplo, no publican información detallada sobre sus presupuestos, asignaciones de gasto, procesos de contratación ni las votaciones de sus integrantes.
En Oaxaca esta situación dificulta que la ciudadanía conozca el verdadero desempeño de sus representantes y limita el control social sobre el uso de recursos públicos. La opacidad también se manifiesta en prácticas como la aprobación exprés de leyes sin discusión pública, sesiones a puerta cerrada, y la ausencia de datos claros sobre las asistencias, iniciativas presentadas y resultados obtenidos por cada legislador.
A menudo, los congresos se convierten en espacios cooptados por intereses partidistas, donde las decisiones obedecen más a acuerdos políticos que a las necesidades ciudadanas. Combatir esta opacidad requiere reformas urgentes, por ello es imprescindible establecer mecanismos de transparencia proactiva, fortalecer los órganos internos de control y garantizar la participación ciudadana en los procesos legislativos. Además, los congresos deben rendir cuentas de manera periódica y accesible, permitiendo a la población conocer cómo se toman las decisiones que impactan su vida cotidiana.
Una democracia sin transparencia está incompleta. Por ello, abrir los congresos locales a la luz pública no solo es una exigencia ética, sino una necesidad estructural para avanzar hacia gobiernos más responsables, abiertos y cercanos a la ciudadanía.