¿A quién vamos a echar la culpa?
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Carpe Diem

¿A quién vamos a echar la culpa?

 


 

La pregunta que titula este artículo no es cualquier pregunta. Puede ser una simple pregunta retórica, pero probablemente terminará siendo filosófica porque necesitará encontrar una respuesta concreta y no abstracta de a quién, o a quienes, la mesiánica 4T responsabilizará de que no haya sido más que una elaborada manipulación mediática, un circo mañanero de seis años, una falsa realidad que está desmoronándose ante la única realidad posible, la de los hechos que ya no podrán ser interpretados a conveniencia. El fracaso del gobierno es un fracaso para el país y eso debemos lamentarlo y no festejarlo.

El sexenio del presidente más poderoso de los últimos cinco depende de encontrar una respuesta apropiada a una sola pregunta. A estas alturas de su gobierno es muy poco lo que se ha concretado. Ni en educación, ni en salud, ni en bienestar, ni en infraestructura, ni en ocurrencias como lo fue el remate del avión presidencial, ni contra la corrupción o la criminalidad.

Tres obras son en las que depositó su intención de pasar a la historia, pero las tres van mal. Un aeropuerto que nadie quiere usar y que por decreto están obligando a usarlo. Una obra que, al parecer, sirvió muy bien para crear una nueva élite de militares millonarios, pero nada más. La refinería de Dos Bocas, una obra prometida para tres años a un costo de 8 mil millones de dólares que lleva cinco años sin refinar nada y cuyo costo ya alcanzó los 20 mil millones. Un tren que prometió construir sin cortar un solo árbol y cuyo costo enorme nunca se recuperará porque carece de viabilidad económica, que mientras esté subsidiado funcionará.

Las mayorías no siempre tienen la razón. Y el presidente goza de una amplia simpatía entre ellas. Pero el país no se desarrollará sobre las simpatías de un líder carismático sino sobre una fuerte estructura institucional que hoy, a un año de irse, sigue en proceso de demolición. El ataque a la Suprema Corte de Justicia de la Nación es el más reciente, tal vez ni siquiera el último. Por igual atacó a médicos que a científicos.

Reciente la nota del portal La Silla Rota, de la reportera Mari luz Roldán, nos da una perla más sobre la magnitud del desmantelamiento de México. Los Institutos Nacionales de Salud y de Alta Especialidad, orgullo de la medicina mexicana, en lugar de recibir apoyo sufren recortes y operan casi en la precariedad.

La población crece año con año, los medicamentos, equipos e instrumental médico cada vez son más caros y los salarios del personal cada año tienen un incremento.

Con esta realidad no es fácil entender la lógica de reducir los presupuestos para algo indispensable para el bienestar de la población que no tiene recursos para ir a Houston a recibir tratamiento médico.

Si por un lado el oficialismo lamenta la muerte de niños palestinos en la franja de Gaza cierra los ojos a las muertes de niños en México como consecuencia del austericidio presupuestal. De acuerdo con la misma nota, el Instituto Nacional de Pediatría tendrá una disminución respecto del año pasado del 1.2%.

“De acuerdo con el análisis realizado por el CIEP, cinco de los Institutos Nacionales de Salud tienen un aumento de presupuesto por debajo del 1%, se trata del Ciencias Médicas y Nutrición, el Gea González, Cancerología, Psiquiatría y Salud Pública. En tanto, los institutos Infantil y de Medicina Genómica tienen aumento de 1%, mientras que al Hospital General de México Eduardo Liceága le aumentaron 2% y al Instituto Nacional de Geriatría de 2.3%”, dice textual la nota disponible en https://acortar.link/o6ejvW.

El final del sexenio se acerca y ya no hay tiempo. Casi ninguno de los problemas con que recibió el país y prometió resolver lo logrará, aunque existen algunos avances que valoraremos con el tiempo, como lo es el de otorgar una pensión a los adultos mayores, mejorar el nivel de los salarios mínimos o meter en la agenda nacional algunos temas sociales como es la urgencia de voltear los ojos y atención hacia los más pobres. A un año de distancia, no es necesario ser adivino para saber que, a partir de ahora, para asegurar su permanencia en el poder, lo único que necesitan es encontrar la respuesta adecuada a una sencilla, pero ahora la fundamental pregunta es que la gente les vuelva a comprar y salve la inexistente transformación.

Salvando al soldado cien fuegos, la nota más que la noticia de la semana en el ámbito de la política en México fue la entrega de un reconocimiento de López Obrador al general Salvador Cienfuegos, ex titular de la SEDENA bajo el mandato de Enrique Peña Nieto. Un general al que el mismo presidente, además de sus simpatizantes, acusó en redes de ser corrupto, narcotraficante y asesino.

Una imagen dice más que mil palabras. La fotografía que circuló lo dice todo: un presidente inclinado sometido, ante un general que lo mira de frente y otro, Crescencio Sandoval, que disfruta con una sonrisa la humillante escena.

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PIE DE FOTO:

El presidente goza de una amplia simpatía, pero el país no se desarrollará sobre las simpatías de un líder carismático sino sobre una fuerte estructura institucional.