¡Pinc$”# virus neoliberal!
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Carpe Diem

¡Pinc$”# virus neoliberal!

 


Vamos muy rápido. Apenas hace 400 años al “Rey Sol”, Luis XIV de Francia, se le atribuía la absolutista frase: “El Estado soy yo”.
Los déspotas ilustrados cambiaron el lema y lo interpretaron así: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Los caudillos del siglo pasado afirmaban: “El pueblo soy yo”.
Lo de hoy parece ser mucho más acorde con los nuevos mundos virtuales en que entramos y salimos. El nuevo lema absolutista podría ser: “La realidad soy yo”, y todas las políticas públicas se diseñarán y aplicarán a través de mi personal concepto de la realidad.
Por supuesto que tiene que ver con la persona y su personal estilo de gobernar, pero hoy somos y estamos en situación muy diferente a los años en que formó, y estancó, su criterio y acumuló sueños el presidente.
Más allá de los atributos personales del señor, el problema está en las políticas públicas tan simplistas que está aplicando para resolver asuntos tan complejos como el difícil momento que atraviesa el mundo. La forma en que aborda los problemas y la descalificación de muchos de ellos provoca que cada día más gente se pregunte sí él es el líder que el país necesita en esta crisis.
En la coyuntura actual se acumularon situaciones límite como la violencia de género contra mujeres, la pandemia del Covid-19, la guerra petrolera entre Rusia y Arabia y la consecuente crisis y recesión económica que se nos viene encima.
A todos y cada uno de los problemas anteriores, en lugar de atenderlos de forma profesional y serena los ha descalificado priorizando sus dogmas ideológicos por encima de la realidad.
De acuerdo con su discurso son los conservadores y los neoliberales los responsables de ejecutar todo tipo de acciones para desestabilizar su gobierno. Desde el movimiento feminista hasta la pandemia mundial de coronavirus.
Es práctica común del presidente y los grupos que lo apoyan el apropiarse del discurso para construir sus realidades alternativas. Ejemplo claro de ello es la Sección 22, que no solo se apropió del discurso de justicia y lucha social para transformarse en eterna víctima de los explotadores, sino que también han introducido las deformaciones del uso correcto de la lengua al lenguaje cotidiano hasta de funcionarios de gobierno.
Lo que para ellos es la justicia y la revolución permanente para los demás significa desgracia social y política, crisis económica y problemas humanitarios. Distorsionar la verdad histórica para acomodarla a sus acciones u omisiones, acumular el poder en una sola persona y limitar nuestras libertades es la norma de conducta y diseño de políticas públicas de esta administración federal.
Todo lo sabe, todo los temas los domina, no hay más voz que la suya.
Es un hecho que muchos de los que llegan al poder transforman su personalidad. Existe un trastorno que se llama “Síndrome de Hubris”, conocido como la enfermedad del poder, una patología que lleva a perder la perspectiva de la realidad. Es pertinente aclarar que dicho síndrome no supone que quien lo padezca deba ser considerado como un enfermo mental puesto que normalmente desaparece solo con simple hecho de perder el poder. Tal vez, más que psiquiátrico sea algo sociológico.
Lo que si es notorio es el elevado narcisismo de quién se encuentra empoderado, imagina que únicamente lo que él piensa es lo correcto y cree que toda crítica hacia sus acciones son ataques y los que lo hacen son sus enemigos, que deben ser reeducados o destruidos.
Este tipo de personaje tiene una obsesión por disputar el poder político, un afán desmedido por alcanzarlo. Sin embargo, una vez en el cargo lo que aparece como norma de conducta es una creciente incapacidad para ejercerlo.
La indiferencia por una realidad que no se ajuste a sus dogmas ideológicos está llevando al país a una crisis sin precedentes en apenas 14 meses de iniciado el sexenio. ¡Y faltan 58 meses!
Tenemos graves problemas por los elevados índices de violencia que no se pueden resolver deseando únicamente “abrazos y no balazos”. El desastre del sector salud contrasta con el ofrecimiento en campaña de un sistema de salud al nivel de países nórdicos. El desinterés por las mujeres y los problemas que padecen por serlo, la tremenda crisis económica en que sumió al país, el derroche de recursos en proyectos fallidos e innecesarios y la necedad e ironía de su conducta.
Hoy recorre el mundo la sorna y los cuestionamientos en todos los ámbitos políticos, económicos y científicos respecto de la falta de responsabilidad para enfrentar una pandemia mundial que, aunque a él no le importe, costará vidas humanas.
Aplicar en México las medidas que utilizó China no es posible, y no solo por la diferencia en capacidad económica sino porque aquel país es una dictadura militarizada. Pero si existen otras muchas medidas que este gobierno no ha querido tomar ni para prevención.
No solo no ha tomado medidas, ha invitado a entrar al país a quienes les han negado la entrada a Estados Unidos bajo sospecha de estar enfermos, ha descalificado la pandemia y, sus fanáticos, inundan las redes sociales acusando a la OMS (Organización Mundial de la Salud) de catastrofista y estar al servicio de las grandes farmacéuticas.
Contrastando con él, personajes públicos de nivel mundial, con actitudes maduras, responsables y que están infectados han decidido aislarse por el bien de todos, han comprendido que su pequeño grano de arena aporta mucho en este momento.
Cada cabeza es un mundo y cada uno puede vivir la realidad que le agrade en su intimidad, sin embargo, para vivir en sociedad existen una serie de consensos que todos aceptamos y que nos permiten la convivencia armoniosa. Esos consensos generalizados son la realidad y con respecto a ellos debemos comportarnos, más aún cuando sé es Jefe de Estado.
No, el coronavirus no es neoliberal ni conservador, ni tampoco surgió para afectar a él y su gobierno.