Los héroes de Quiaviní
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Opinión

BARATARIA

Los héroes de Quiaviní

 


San Lucas Quaviní, comunidad ubicada al sur de Tlacolula de Matamoros, vive una pesadilla debido a un incendio de una parte del cerro conocido como “El Picacho” que ha cobrado la vida de cinco campesinos que acudieron valientemente al llamado de las autoridades para apagar este siniestro que lleva ya cinco días y que se extiende rápidamente a poblados vecinos como Matatlán y San Pablo Güilá.

En una asamblea comunitaria realizada la noche de este miércoles, corrió la versión de la desaparición de los comuneros José Hernández López, Pedro Curiel Diego, Celso Diego y Felipe García, y otro más, quienes habían subido al cerro para combatir el siniestro.

Lamentablemente la mañana de este jueves se confirmó la trágica noticia de que estos estos hombres que cumplieron responsablemente su deber ciudadano, sabedores que los funcionarios de los gobiernos federal y estatal hacen caso omiso a este tipo de emergencias, acudieron a hacerle frente a las llamas y encontraron la muerte.

Auténticos héroes los cinco pobladores fallecidos (otra persona no ha sido identificada); ellos sabían de los riesgos que corrían, pero más les importó salvar sus recursos naturales y no enfrentar el reclamo de las futuras generaciones al no actuar con responsabilidad ante este desastre.

La valentía de estos campesinos nos muestra el grado de compromiso que hay en las comunidades oaxaqueñas para cuidar lo que es suyo. Ellos, sin seguro de vida, o la espera de una despensa del gobierno, acuden a sofocar los siniestros forestales sin importar que sus vidas estén en riesgo.

Que lamentable que San Lucas Quiaviní esté a los ojos del mundo en una desgracia como ésta y no aparezca como una de las poblaciones zapotecas que ha emergido entre la pobreza gracias al trabajo y esfuerzo de sus pobladores.

San Lucas, es uno de los pueblos más antiguos no sólo del distrito de Tlacolula, sino del Valle Central. El poblado presenta hoy día inmuebles de construcción moderna, lejos de jacales y casas de lámina que era en la década de los 80.

En 2020, la población en San Lucas Quiaviní fue de 1,720 habitantes (42.3% hombres y 57.7% mujeres).  En comparación con 2010, la población en San Lucas Quiaviní decreció un -1.43%. Esto es debido a la terrible migración hacia los Estados Unidos a grado tal que como se ve en la estadística hay más mujeres que hombres.

La migración excesiva de San Lucas Quiaviní provocó que llamara la atención del clan de los Kennedy, los cuales visitaron ese poblado en el segundo año de gobierno de Heladio Ramírez López.

Lo cierto es que Quiaviní es un pueblo de mujeres y hombres muy trabajadores. Antes, la mayoría laboraba como peones en Tlacolula de Matamoros, pero al encontrar camino hacia los Estados Unidos, la población ha cambiado en su forma de vida, aunque ahora luzca solitaria.

No obstante, este pueblo zapoteca arrastra el 31. 4 por ciento de pobreza extrema y el 52. 4 por ciento vive en pobreza moderada.

La elección de sus autoridades las realiza por usos y costumbres. Aquí, el presidente municipal y su cabildo no reciben sueldo alguno, sólo sirven a su comunidad como es debido.

Realmente es un pueblo muy tranquilo. Ahí, muy rara vez ocurre un hecho de sangre. Llevan buena relación con sus vecinos, por lo tanto, no mantienen conflictos por límites de tierra. Hasta que los alcanzó la desgracia y ahora los mexicanos saben que existe un poblado zapoteca que defiende sus recursos naturales y luchan por su subsistencia, como el resto de poblados oaxaqueños pobres y abandonados.

 

Solidaridad de los pueblos

En la fatalidad es cuando los poblados oaxaqueños se muestran solidarios antes que el gobierno. Así lo patentizaron los comuneros serranos al ocurrir el incendio forestal en Santa Catarina Ixtepeji, y así ha ocurrido en San Lucas Quiaviní.

Al darse la voz de alarma a través de las benditas redes sociales, de inmediato, las comunidades vecinas reaccionaron para ir a combatir las llamas. Así lo hicieron los pobladores de San Bartolomé Quialana, Matatlán y San Pablo Güilá, antes que lo hiciera el gobierno.

En la asamblea nocturna de este miércoles, los pobladores de San Lucas aseguraban que personal de la Comisión Estatal Forestal (Coesfo) no había llegado a esa zona en específico, pero si se encontraban la Cruz Roja y los Bomberos Voluntarios de Tlacolula de Matamoros, por ejemplo.

El Gobierno del Estado facilitó su helicóptero la mañana de este jueves, cuando ya los cadáveres habían sido ubicados mediante un dron.

Por su parte, la sociedad civil se solidarizó de inmediato enviando agua embotellada, alimentos, lámparas y utensilios como palas y rastrillos que serviría de mucho a los voluntarios. Nuevamente, el Estado quedaba rebasado para atender este tipo de contingencias.

La verdad no es posible que no haya ni el equipo humano ni material para combatir estas conflagraciones y todo quede en manos del pueblo, quienes no tienen opciones, sino el gran amor a su tierra y recursos naturales, que anteponiendo sus vidas, van con machete, palas, picos y su experiencia empírica para apagar las llamas.

Se han anunciado recursos, se ha dicho en reiteradas ocasiones que el campo oaxaqueño es prioritario, pero evidentemente la naturaleza, el cambio climático y las ineficientes políticas públicas hoy han dejado como saldo la muerte de los cinco comuneros.

¿Qué sigue? Tal parece que es una carrera, donde los incendios no dan tregua y un gobierno que sufre la carencia de un fondo de desastres.

 

Pésima organización

Este jueves se realizó la inauguración de los Juegos Conade en el Complejo Deportivo “Ricardo Flores Magón” en donde reinó una verdadera desorganización. Por ejemplo, el entrenador de voleibol de la delegación de Jalietza se dedicó a insultar a los deportistas negándose a portar el uniforme de su equipo. Una lástima la actitud de este “deportista”.

 

Todos en el Zócalo ¿y Quiaviní?

El senador Raúl Bolaños Cacho Cué, en un afán protagonista, no cuidó las formas y, mientras se incendia Quiaviní, lució con sus amigos fifí en la marcha en apoyo a Sheinbaum. Pero desnudó a Haydeé Reyes, diputada por ese distrito, en la Cdmx, muy lejos del incendio. A Luis Alfonso Silva Romo, a un presidente municipal, a Gaby Pérez, la mismísima hija de Eviel. Por ahí andaban varios personajes más. Y Oaxaca, ¡qué se joda!