Libros de texto; “área de oportunidades”
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BARATARIA

Libros de texto; “área de oportunidades”

 


La polémica creada por la difusión de errores, contenido ideológico, “lenguaje inclusivo”, información sexualizada, inexactitudes históricas, “moche” de materias científicas como matemáticas, entre otros, desatadas por la edición de los libros de texto gratuitos que tendrán los estudiantes de educación básica en sus manos para el ciclo escolar 2023-2024, sin duda abre un “área de oportunidades” para la educación en México, pero no del tipo señalado por Marx Arriaga, el (i)responsable de su edición.

Entre los días 3 y 4 de agosto las redes sociales resultaron un hervidero con la frase “ahora resulta que todos son expertos en libros de texto” usada para desacreditar a críticos y realizar una burda defensa de los cuestionados textos.

Sin duda los libros de la 4T no nos llevarán al comunismo, para ello se necesita muchas, muchísimas “condiciones objetivas”, como dirían los marxistas, pero tampoco los “ataques” son todos “ideados” desde los cuarteles generales de El Yunque ni una asonada de la derecha confesional internacional. Los hay defensores y críticos bien intencionados. Ambos extremos, sin duda, se han montado en la discusión para llevar agua a su molino atizando la división y el desacuerdo social.

Uno de los “ideólogos” de la comunicación de la 4T, el amigo Gabriel Sosa Plata, defensor de las audiencias de Canal 22 desde donde opera en conjunto con Jenaro Villamil, el fallido proyecto del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, avaló ese tuit de “ahora todos son expertos” y sumó un nuevo mensaje con “¿Y si así como se están revisando los libros de texto gratuitos hacemos el mismo ejercicio de revisar los contenidos de la radio y la televisión y vemos quién tiene más errores, quién violenta más derechos humanos, quién engaña o manipula?” Un claro intento por desviar la atención y contaminar la discusión primigenia: los contenidos de los nuevos libros de texto gratuitos.

Pero nos quedamos en el rango de los libros para las escuelas públicas. En una sociedad que se precie democrática, con un gobierno el cual de inicio señaló que “gobernaría obedeciendo”, sin duda debería ser aleccionador que la discusión sobre el contenido de los textos se dé ya “a nivel de calle”.

Martes 8 de agosto, el pipero que mes con mes abastece de agua a un hogar de clase media obvió el tema del futbol que por años ocupaba los 10 minutos de descarga del líquido e introdujo un “¿cómo ve usted el asunto de los libros de texto y eso que los muchachos tienen que hacer una maqueta sobre la sexualidad de hombres y mujeres? El escucha, sin duda, quedó azorado. Y atorado.

Ese solo hecho, sin duda, da un vuelco de años luz a la conversación social de la ciudadanía. Se ha despertado el interés por la educación en las escuelas, el material que emplean. Aceptamos, sin conceder, la versión de los férreos defensores de la 4T “no han leído los libros, ni siquiera los forran, ni los conocen” y con ello intentar acallar críticas en lugar de estimular esa conversación, el intercambio democrático de ideas, abrir la mente para ¿por qué no? discutir y discernir, intentar convencer y poner a discusión nuestros argumentos, escuchar otros puntos de vista y ponerlos bajo tela de juicio.

Es una veta que podrían muy bien aprovechar agrupaciones como nuestra “combativa” Sección 22 para introducir sus propuestas educativas no solo al ámbito estatal, sino nacional. Poner a discusión, no imponer, los lineamientos del Movimiento Democrático de Trabajadores de la Educación de Oaxaca. Si las tiene.

Ese magisterio que en dos años de pandemia no formuló una sola propuesta o realizó una acción para recuperar o recuperarse del grave rezago educativo causado por el cierre ante el Covid-19 ahora mismo carece de una sola acción razonable respecto a contenidos ante el alarmante rezago educativo y debería hacer escuchar su voz, ellos son quienes lidiarán con los textos y la Nueva Escuela Mexicana, cualquiera que eso sea.

Ese magisterio que cobró dos años sin trabajar, tiempo suficiente para formular un gran tinglado educativo, y retrasó lo más posible su retorno a las aulas hoy mismo, ningunea los libros de texto sin argumento pedagógico o académico de peso.

El que la formulación de los libros de texto gratuitos e incluso su contenido ideológico se lleven a la sala de las familias, a la sobremesa en restaurantes, al asiento delantero o trasero de un taxi, o sea parte del itinerario del transporte público abre un verdadero “nicho de oportunidades” para la sociedad.

¿Por qué no cuestionan los libros de texto de escuelas privada? Reviran. Pagar una escuela privada es una elección, “un lujo” que se dan quienes pueden hacerlo; pero en el caso de escuelas públicas y en la elaboración de los libros de texto se emplean recursos públicos para intentar brindar un “piso parejo” a educandos, más aún que el 80% de la población no tiene elección: envía a sus hijos a escuelas públicas o se queda sin estudios. Así de crudo

Las críticas no tendrían que espantar, ser ignoradas o minimizadas por un gobierno democrático, más aún, con visión de estadista se debería fomentar la discusión y análisis y estar abierto al examen, aceptar los errores y corregirlos pero, lastimosamente, esto no se le da a la 4T y a sus jilguerillos.