Guelaguetza opacada
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Opinión

BARATARIA

Guelaguetza opacada

 


Así actuamos los oaxaqueños: si somos mal vistos, no fuimos invitados o advertimos que somos engañados, pues nos quedamos con las ganas y ¡no vamos a la fiesta! aunque seamos los protagonistas.

La Guelaguetza es una fecha anhelada por los paisanos, más luego de 2 años de recluirnos en los hogares a causa de la pandemia. Las calles desbordadas en los convites previos y el desfile de delegaciones así lo probaron: la fiesta de todos y para todos, calles a tope, la música, los bailes, la forma en cómo corrió el mezcal entre propios y extraños, la presencia incluso del emblemático Mazapan, El Convite, así con mayúsculas.

Los turistas, visitantes, quienes tienen con qué pagar se disputaron los boletos a precios exorbitantes para entrar a los palcos “A” y “B”; los lugares reservados para las y los oaxaqueños, los palcos “B” y “C” simplemente no se llenaron; las alturas del Auditorio Guelaguetza lucieron semi llenos o semivacíos, según lo quiera ver estimada lectora, lector.

En primera instancia suponíamos desorganización o que se había dado preferencia a quienes pagaron por un lugar para ser distribuidos en el auditorio, no fue así. “Pude entrar y salir varias veces, sin problema”, nos narró uno de nuestros compañeros que realizó la crónica para EL IMPARCIAL TV.  No hubo fila, tampoco esperas ni trabas.

El hecho tiene varias aristas: primero, el manoseo con los boletos de paga que terminaron en manos de grandes turisteras o firmas foráneas y a precios prohibitivos en contubernio con la Secretaría de Turismo de Carlos Rivera Castellanos, quien nunca dio explicación sobre el fenómeno, o al menos no convincente, incluso llegó a señalar que no se investigaría. Ante estos abusos, incluso, había corrillos de que los palcos C y D iban a ser también vendidos, por fortuna no fue así.

Quizá la presencia de la Guelaguetza Popular en el estadio del Tecnológico, que en otros años tampoco fue factor para que distraer visitantes a la Guelaguetza oficial; el festejo magisterial excesivamente politizado y que recibió su dosis de castigo ciudadano.

Fueron grotestos los abusos comerciales y el manoseo de la festividad con figuras realizando propaganda, que parecía más campaña política, en medios electrónicos, digitales y de prensa nacionales, marginando a los locales.

Las semanas y días previos, con grupos sociales, muchos ligados a funcionarios y el gobierno, presionando por privilegios o recursos desencadenando bloqueos, la inacción oficial para desactivar dichas protestas que, en al menos dos jornadas, paralizaron a la ciudad, desde el aeropuerto hasta las diferentes salidas.

Las obras inconclusas, la lentitud de solo pavimentar las vías que ya existían, pues realmente es lo único que Sinfra está realizando en Símbolos Patrios y el Circuito Interior y la molestia e irritación que ya superaron el año es otro rasgo a considerar. Y sume usted la crisis irresoluble de la basura. Los montones de desechos en las calles y en nuestras casas de la cual solo ganaron tiempo.

Otro factor: las delegaciones y politización recurrente de la selección. Representaciones de dudosa o muy reciente alcurnia en el Auditorio de Las Azucenas: San Sebastián Tutla, un fandango jarocho de Loma Bonita (¿?) o Santos Reyes Nopala, que vinieron a ocupar los espacios que rechazaron llenar las delegaciones de San Melchor Betaza o Santa María Tlahuitoltepec, por ejemplo.

Los primeros ligados a legisladores o políticos priistas, en la que podría ser su última Guelaguetza tricolor y las segundas, más ligadas a la corriente morenista que rechazaron aceptar al Comité de Autenticidad y se marginaron de la festividad so pretexto del Covid-19, pero que el sábado 23 si organizaron su Guelaguetza por los rumbos de Santa Lucía, donde esperaban al gobernador electo, pero que nunca llegó.

El presidente del Comité de Autenticidad, Fernando Rosales, confirmó la auto marginación de delegaciones de la Sierra Norte y que ellos solo presentaron propuestas para que fuera la Secretaría de Turismo la que confeccionara los programas. Aquí urge independencia del Comité de Autenticidad para evitar el manoseo político. Por otro lado, los representantes de la Sierra Norte se relamen ya los bigotes dado que, con gran seguridad, serán los protagonistas para 2023: el gobernador electo, Salomón Jara, quien es originario de San Melchor Betaza.

Pero los Sones y Jarabes Mixes y los Sones y Jarabes de Betaza sí sonaron y fueron bailados en la Guelaguetza Popular y en el convite de Santa Lucía del Camino. Betaza se cobró la ofensa de 2019, donde fueron marginados por Rivera Castellanos. En ese entonces lo acusaron de racista. “Excluirnos de la fiesta de los “Lunes del Cerro” es un mensaje racista del revendedor de boletos Juan Carlos Rivera y de la directora de Seculta, están tan inseguros de sí mismos que necesitan demostrarnos que son superiores. Es también un mensaje de ignorancia y desprecio”, escribió en entonces presidente municipal, Onésimo Santiago Vásquez.

Entonces las y los oaxaqueños ayer, al menos en la primera emisión, le hicieron vacío a la Guelaguetza oficial. Quizá también jugó en contra el temor al contagio de SARS-CoV-2, pero lo visto en las calles, parece que no es importante para las y los oaxaqueños.