Al rescate de la ética
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Al rescate de la ética

 


En el pensamiento griego la Ética es la esencia de la política. La política, para Aristóteles, es el arte del bien común. El bien común se traduce en crear las condiciones para el desarrollo integral de todas las personas.

De acuerdo al Código de Ética de las personas servidoras públicas del Gobierno Federal, la ética pública es la “Disciplina basada en normas de conducta que se fundamentan en el deber público y que busca en toda decisión y acción, la prevalencia del bienestar de la sociedad en coordinación con los objetivos del Estado mexicano, de los entes públicos y de la responsabilidad de la persona ante éstos”

En el discurso oficial, actualmente escuchamos más la palabra moral que ética, incluso en la perspectiva del presidente todo lo resume en “dormir bien”; sin embargo, cuando la conciencia está corrompida se puede cometer grandes atrocidades y dormir bien. Pero más allá de banalidades retóricas, ¿cuál es la diferencia entre moral y ética? La ética está relacionada con el estudio fundamentado de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que la moral son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad. Ética es el estudio de los principios morales, mientras que moral es un sistema de principios que dictaminan lo que debe ser el buen o mal comportamiento social.

Como un símbolo de la corrupción en la política mexicana, Gonzalo N. Santos acuñó la célebre frase “la moral es un árbol que da moras” que fue símbolo de la corrupción y quedó grabada en la percepción del imaginario colectivo, sesgando el concepto de política como una actividad sucia, sin ética y sin escrúpulos. La ética rige a la acción política tanto en su aspecto público como en lo personal.

La ética es un concepto de vida. La búsqueda de la verdad, la búsqueda del bien, la consecución del bien común son conceptos de convicción y congruencia. La política es inminentemente ética. En sentido amplio, todos hacemos política al buscar el bien común en cualquiera de los roles sociales en los que participamos. En sentido estricto, la política es la búsqueda del bien común a través del ejercicio del poder.

Es importante ver más allá de la mercadotecnia política y descubrir la esencia del político, para desde la lente de la ética ver la congruencia de su actuar público y privado. Y preguntarse para qué quiere el poder, para así descubrir su verdadera esencia.

Para algunos políticos, la ética solo sirve para los discursos; pero la política es de personas para las personas, por lo que la ética siempre estará presente, no como elemento etéreo, sino traducido en elementos reales para la consecución del bien común como lo es que las familias tengan  dinero en los bolsillos, y que cuenten con seguridad, salud, educación, es decir no solo sueños sino realidades.

Contrario a la postura maquiavélica del fin justifica los medios, la política tiene una dimensión ética, que contempla la correcta selección de los medios para realizar objetivos dignos y valiosos, por lo que esta política no es solo posible sino obligatoria, está regida y conformada por el conocimiento de la realidad social, por normas éticas y por exigencias de generosidad personal.

Qué clase de funcionarios públicos tenemos y qué esperan los ciudadanos de ellos. Actuando en congruencia se puedan crear las condiciones para el desarrollo integral de todas las personas, disminuyendo al mínimo factible las injustas desigualdades que han sumido en la miseria  a la mitad de los mexicanos; por lo que es importante revalorar la transparencia, la honradez, el humanismo, la eficiencia y el espíritu de servicio, como rasgos de reconocimiento de los servidores públicos.

Es importante que la ética se aplique a través de acciones concretas que generen resultados, no basta solo la idea y el concepto, de lo contrario termina no funcionando. Lo peor que le puede pasar a los políticos y a los partidos políticos es que se diga que todos son iguales.

Robert Klitgaard decía que la corrupción es un crimen de cálculo, porque en un análisis de costo beneficio: si existen sanciones, el servidor público tendera a no corromperse; pero si no existen sanciones, los servidores públicos tenderán a corromperse. Actualmente, ha disminuido la transparencia y los contrapesos, lo cual crea un clima propicio para el aumento de la corrupción contrario a lo que en el discurso se dice.

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