DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR
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Opinión

DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR

 


GREGORIO GIL CRUZ

 

Evangelio: Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”. Palabra del Señor.

Es difícil, en primera instancia, comprender estas palabras en labios de Jesús: “He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!… No he venido a traer la paz, sino la división…”  Jesús ha anunciado un Reino de paz, de justicia y de amor y la instauración o el cumplimiento de esta enseñanza implica cambios en el modo de vivir.

La paz que él propone se comprende mejor cuando nos damos cuenta que el mensaje de Jesús exige transformar realidades que afectan nuestras vidas.

Las palabras de Jesús son desconcertantes, su mensaje trastoca la forma como pensamos y nos comportamos. Pero si su Palabra encuentra acogida en el corazón, él nos transforma. Habrá situaciones de la vida que son difíciles de cambiar y que conlleven dolor, pero al final todo se renueva. Es de comprender que Jesús lo que quiere decirnos es que el luchar por tener paz, en el corazón y en nuestras familias, va a implicar contradicciones y problemas. Dios sabe que cambiar lo que daña la vida del hombre no es nada fácil, pero son necesarias para que florezca la vida. Corregir, llamar la atención ante una situación de pecado no siempre es cómodo, pero es necesario. Por eso debemos pedirle a Dios que nos dejemos tocar por él, que su fuego nos purifique y nos sane. Y que estemos con un corazón abierto a los cambios que sean necesarios en nuestras vidas. El mensaje de Jesús si encuentra acogida transformará nuestras vidas.

“Esta expresión de Cristo significa que la paz que él vino a traer no es sinónimo de simple ausencia de conflictos. Por el contrario, la paz de Jesús es fruto de una constante lucha contra el mal. El enfrentamiento que Jesús está decidido a afrontar no es contra hombres o poderes humanos, sino contra el enemigo de Dios y del hombre, Satanás. El mensaje de Cristo sacude, impacta y transforma”. P. Armando de León

Dios nos conceda la gracia necesaria para construir la paz que Cristo nos pide. Dios los bendiga. Feliz domingo.