Mensaje del electorado a los actores políticos
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Opinión

Mensaje del electorado a los actores políticos

 


Con la entrega de la constancia de mayoría al candidato ganador el pasado domingo, concluye ya el proceso electoral local para elegir al nuevo gobernador de nuestro estado. Más allá de los números ¿cuál es el mensaje de la ciudadanía deja a los actores políticos en este proceso electoral?

Con un índice de abstencionismo de más del 60%, el candidato ganador obtiene aproximadamente un 60%. Los otros candidatos quedan muy atrás con cerca de un 25% el más alto, y mucho muy atrás todos los demás debajo del 4%.

El sentir ciudadano se sintetiza en el siguiente comentario que una ciudadana crítica me hizo llegar: “…en Oaxaca, en las elecciones se demostró, que las personas están cansadas de más de lo mismo, ya que ganó la indiferencia, el abstencionismo, es tiempo que los partidos cambien sus discursos. Que más bien siempre (son) indirectas (entre ellos), como peleas (para) sacar (sus) trapitos al sol, sin propuestas, sin compromisos, trabajando por el poder, sin querer hacer algo por el bien común. Es tiempo amigo de hacer conciencia. De cambios verdaderos. El futuro gobernador no creo que se sienta feliz por haber ganado con 700 mil votos de un patrón casi 3 veces superior. Realmente no se ganó, mas bien se va perdiendo, y van perdiendo todos los partidos. Hace falta limpiar conciencias. Actuar, hacer, tener verdaderos valores para aceptar que han ido de mal en peor todos. Porque igual pasa con las personas, van de un partido a otro sin tener el verdadero valor de quedarse en donde creen que está bien. No, que solo ves marionetas que trabajan a placer, de un puesto, de una ambición. Triste realidad”.

El marcado abstencionismo muestra la indiferencia del electorado al proceso electoral. Esta indiferencia manda el mensaje que no hay interés sobre las propuestas de los candidatos y partidos o que estas no se comunicaron correctamente.

Existe un desgaste en la imagen de política en general y específicamente  de los partidos políticos, sobre todo de aquellos que llaman tradicionales. En sus discursos todos los candidatos trataron de desprenderse de este estigma, del cual todos ellos forman parte. Existe una sensación en la ciudadanía de ser utilizados por los políticos.

La ciudadanía no percibe un interés real por solucionar los problemas que se viven en el día a día, por el contrario, ve en el político a alguien que solo atiende sus intereses personales. Lo vemos continuamente con los representantes populares quienes promueven iniciativas en el poder legislativo o en los cabildos, en su mayoría superficiales y huyen para atender los verdaderos problemas que aquejan a la gente, a quienes ni siquiera reciben en sus oficinas. Verdaderamente es muy complicado hablar con la mayoría de los diputados.

Cada opción política o partido tiene una identidad específica que se plasma como doctrina o ideología en sus documentos básicos y sus plataformas políticas, sin embargo, solo queda en el discurso y en muchos casos ni siquiera se menciona. El llamado voto duro tiene mucho que ver con esta fidelidad de los partidos con su línea ideológica o doctrinaria. Al perder la identidad, los partidos políticos también han perdido su voto duro.

Los pragmáticos desdeñan la doctrina o la ideología, sin embargo, en el mundo vemos que las posiciones se han polarizado. Las posiciones tibias o sin compromiso sobre los diferentes temas han quedado fuera de la preferencia de la gente. En su lugar, los electorados han apostado a las posiciones claras y firmes que presentan candidatos o partidos, como lo hemos vistos en las últimas elecciones presidenciales en Chile, en Colombia, en Perú, o en Francia.

El voto duro ha sido sustituido por simpatizantes y una militancia mercenaria, que se vende al mejor postor, la convicción ha sido sustituida por la conveniencia. Así, entendemos a los llamados políticos “chapulines”, que sin el menor pudor ideológico, brincan de un partido a otro según su conveniencia. 

El problema es estructural. Además de cambiar actitudes, urge una reforma en el sistema político electoral que a diferencia de las últimas modificaciones, la más significativa en 2007, donde el enfoque se centró en los partidos políticos, ahora se requiere que el enfoque se centre en atender verdaderas y primordiales necesidades de la ciudadanía.

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