Cuidar y recibir cuidados es un derecho y es un trabajo
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Opinión

Cuidar y recibir cuidados es un derecho y es un trabajo

 


¿Quién no tiene en su memoria el recuerdo de alguien cuidándonos durante una enfermedad o en alguna otra situación? Resulta curioso que casi siempre es la mamá, la abuela, la tía, la hermana mayor, la vecina, la enfermera, la niñera, la nana, la amiga de mamá. Casi siempre es una mujer, y casi siempre también nos cuidan sin una remuneración a cambio.

Sin embargo, son muy pocas las veces que nos hemos detenido a analizar que los cuidados son unTRABAJO (con mayúsculas) que incluye a todas las actividades encaminadas a la satisfacción de las necesidades físicas, afectivas y psicológicas. El sostenimiento de la vida y la reproducción social dependen de los cuidados, así de importante el tema.

Igualmente pensamos poco en quién cuida a quiénes cuidaron. Recibir cuidado digno y cuidar es un derecho de todas las personas, reconocido así en noviembre de 2020 por el Congreso de la Unión, que lo elevó a rango constitucional. Pero aún no existe la Ley General en la materia donde se disponga la colaboración entre los órdenes de gobierno, o la creación de un Sistema Nacional de Cuidados.

En México y en el mundo la distribución desigual de las responsabilidades del trabajo de cuidados prevalece. Coincido totalmente con análisis recientes de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ONU Mujeres y la Organización de Estados Americanos (OEA), al sostener que la crisis sanitaria por el COVID-19 ha hecho visible la importancia del trabajo de cuidados de las personas en los hogares y fuera de ellos, y la necesidad de adoptar medidas para reconocer, redistribuir y reducir esta carga entre el Estado, el mercado y dentro de las familias.

De acuerdo con Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI) más de 21 millones de mujeres en México no pueden buscar empleo porque ya están ocupadas en casa cuidando de alguien, pero sin pago. Ellas aportan el 75% del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado. El valor económico que el INEGI calcula para esas tareas es de 5.6 billones de pesos.

¿Cómo cambiar este poco optimista panorama? Valorando el trabajo de cuidado y reconocerlo como tal, y que lo hacen las mujeres; luego redistribuirlo y retribuirlo, transitar, como lo plantea el Inmujeres, hacia “sociedades cuidadoras, con un cambio civilizatorio” que en el Sistema Nacional de Cuidados tiene su comienzo.

La base de esta apuesta es la corresponsabilidad personal, familiar, comunitaria y del sector privado y serviría también para prevenir la violencia contra las mujeres, pues donde hay igualdad no hay factores que la detonen.

Así, 10 países han creado la Alianza Global de Cuidados cuyos principios conceptuales son la responsabilidad del Estado como principal garante de los cuidados, el cuidado como derecho y bien público. Desde esta plataforma también difunden campañas para eliminar estereotipos de género, uno de los principales obstáculos y donde ustedes y yo podemos aportar algo, quizá empezando por la reflexión colectiva para dejar de ver los cuidados desde los estereotipos y roles de género, pues no es una obligación de las mujeres por ser mujeres, porque “solo ellas por instinto saben cómo hacerlo”.