La Constitución moral, la Constitución Política, contradicción
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Opinión

La Constitución moral, la Constitución Política, contradicción

 


Atrajo mi atención el intercambio de ideas que tuve con mi nieto Miguel Santillán Franco en relación a la visión y acciones del Presidente López Obrador para implementar, como paradigma de la cuarta transformación, la Cartilla Moral en el marco de un Estado de Derecho como lo es formalmente el Mexicano respaldado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que garantiza, protege y tutela los derecho humanos de todos los habitantes frente al poder, cuya actividad, la de todas las autoridades, es reglada, es decir, solo pueden y están obligadas a hacer lo que la ley le autoriza únicamente.

Ese esquema general, implica de inicio, que no puede restringir o impedir el ejercicio de las libertades del hombre, sino lo prevé la propia Constitución, lo que otorga a las personas el pensar y creer en su interior todo lo que quiera, siempre y cuando no se exteriorice en actos que dañen el derecho de otro u otra en lo individual o comunitario.

Puedo pensar en quitarle bienes a quien tiene mucho para dárselo a quien no tiene como un derecho a creer que, es bueno quitarle a quien tiene en exceso para pasarlo a quien  lo necesita, lo cual para otros es malo apoderarse, dirían eso es un robo, sin embargo, si no llevo a cabo acción alguna en ese sentido, moralmente será reprochable mi pensamiento para los que lo sepan y quizás para mí, pero el poder no puede restringirme o prohibirme que no piense en lo que califique como bueno o malo  y lo imponga a otros, porque constituye el ejercicio de la libertad de pensar.

En esa línea, la investigación a la que tuve acceso. He tomado algunos fragmentos que incentiven su análisis y reflexión para orientar la opinión política y emitir un sufragio razonado en la próxima elección de representantes populares, gobernadores y ayuntamientos.

Señala el estudio que La Cartilla Moral del Gobierno de la República es un instrumento reductor de la esfera de la libertad individual de los ciudadanos, cuando delinea un código de conducta que busca hacer realidad el progreso con justicia y promover una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad. La cita anterior se ubica en la presentación de la Cartilla Moral, en un pequeño libro que distribuye el gobierno Federal desde inicios del 2019, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

En esta frase se observa una palabra clave “promover”; así como los cinco pilares fundamentales en los cuales descansa el proyecto moral. Lo trascendental del uso de la palabra “promover”, en un documento que no está avalado por el sistema jurídico mexicano, se traduce en que el poder como ente superior, por su carácter moralmente mayor a la voluntad individual puede instituir ciertos pilares, en los cuales deben descansar los principios que guíen la vida de los ciudadanos mexicanos, lo cual afecta, como acción, su esfera de libertad individual de autodeterminación para elaborar un propio plan de vida.

Aunado a lo anterior, situar al poder ejecutivo en la cúspide de una pirámide, es una política pública claramente populista, ya que al utilizar valores morales de acuerdo con la ideología del líder para dirigir la vida de los ciudadanos hacia un fin, que supone por encima de otros valores que defienden otros segmentos sociales, anula la representatividad y el pluralismo nacional, para pretender implantar una línea de  pensamiento uniformada, que ubica a quienes no la comparten como una opinión errónea conservadora, cómplice de la corrupción e impunidad, enemigos del pueblo en general.

La investigación cita “Una vez que el poder este ocupado por el colectivo hegemónico en la representación de un líder carismático, el pluralismo debe disolverse, ya sea siendo incorporado al colectivo, o siendo estigmatizado como su enemigo, ya que la noción de representación (populista) deja poco espacio para la oposición o la crítica del colectivo.” (Saffon, Urbinati; 2013, pp.

Agrega otra en el sentido de que “El único propósito por el que el poder puede ser legítimamente utilizado hacia un miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es prevenir el daño a terceros. Su propio bien ya sea físico o moral, no es una garantía suficiente. No puede ser legítimamente obligado a hacer o abstenerse porque será algo bueno para él” (Mill, 1859).

Se establece que, siguiendo al  filósofo inglés, John Stuart Mill, el Estado no debe interferir en las conductas que llevamos a cabo en nuestra esfera de libertad individual, ya que son conductas que no representan ningún interés a la sociedad al no entrar en conflicto con otras personas, pero en el caso de la Cartilla Moral es claro que se intenta orientar a los ciudadanos hacia concepciones del bien moral bajo una óptica que se impone, esto se ve claramente en la siguiente frase: “El bien no debe confundirse con nuestro gusto o nuestro provecho. Al bien debemos sacrificarlo todo” (Alfonso Reyes, 1944).

La investigación es amplia y propondré se publique íntegramente como factor que induzca el análisis, discusión y pronunciamiento de la opinión pública, acerca de si los alcances y propósito de pretender modelar, desde el poder, una conducta colectiva bajo los supuestos de una cartilla moral, constituye una contradicción sin sustento con el cimiento del estado de Derecho, La Constitución Política y los Derechos Humanos.

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