Los frutos del discurso de odio
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Los frutos del discurso de odio

 


El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de ver la película inspirada en hechos reales, “Imperium”, la cual describe un tema que ha reaparecido en la agenda estadounidense, me refiero al llamado “discurso de odio”.
El discurso de odio consiste en la intención deliberada de manifestar ideologías que atentan contra la dignidad de las personas, especialmente expresiones racistas, discriminatorias, xenófobas, homófobas, religiosas, entre otras.
No existe un registro histórico que se pueda tomar como el inicio del discurso de odio, no obstante, fue practicado por la Alemania nazi o en su caso por el Ku Klux Klan en la Unión Americana, durante el siglo XX.
“Imperium” describe cómo es que los grupos autodenominados “supremacía blanca”, con ideologías neonazis, bajo el amparo de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), manifiestan abiertamente comentarios hirientes, principalmente, en contra de personas extranjeras, afroamericanas o de ciertos credos religiosos.
A lo largo de la película, se muestran las diversas “tribus” que conforman la “supremacía blanca”, personas que reciben dinero porque alimentan ideas de superioridad racial; grupos religiosos y conservadores; hasta llegar a los grupos de “choque”. Empero, la cinta destaca que existen familias que conviven con estas tribus, pero que no manifiestan abiertamente su afinidad a las ideas neonazis.
En este sentido, esta película me hizo analizar los factores que orillaron a que Donald Trump fuera electo Presidente de los EUA, precisamente porque existen partes de la sociedad norteamericana que sólo en las urnas manifestó su afinidad al discurso de odio.
El discurso de odio, manifestado por el Presidente de los EUA, ha rendido frutos. El pasado 3 de agosto, Patrick Crusius, disparó un arma de fuego en contra de personas de origen latinoamericano. El presunto asesino, se proclamó como parte de la “supremacía blanca” y seguidor de Trump; además manifestó que el objetivo es eliminar al mayor número de “invasores” de nacionalidad mexicana.
A partir de esa fecha, han acaecido una serie de atentados en diferentes Estados de la Unión Americana, calificándolos de “terrorismo interno”. Como todo político, Trump, en un discurso de doble moral, expresó su repudio ante estos hechos, incluso justificó que los crímenes perpetuados en estos días, se deben a problemas mentales ocasionados por los videojuegos.
Mientras que en el continente americano, no existe previa censura, es decir, el Estado no está facultado para revisar con antelación lo que se va a manifestar por cualquier medio; en Europa, sucede todo lo contrario, porque de acuerdo al artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, los Estados pueden someter a las empresas de cinematografía, radiodifusión o televisión a un régimen de censura previa.
Desde luego que esta censura previa obedece a hechos históricos suscitados en el viejo continente. Recordemos que el nacionalsocialismo y el fascismo, durante la Segunda Guerra Mundial, se difundieron mediante el control de los medios de comunicación como la radio y la prensa.
Resulta insoslayable comentar que de acuerdo a la reforma en telecomunicaciones y radiodifusión del año 2013, en México, se encuentra prohibido el discurso de odio, así como la incitación a la violencia. Empero, como no existe censura previa, los posibles perjuicios causados por la manifestación de ideas o comentarios, serán exigibles posteriormente al ser expresados. En atención a lo anterior, el uso responsable de la libertad de expresión resulta fundamental.
En estos tiempos donde aún existen nacionalismos arraigados en un mundo globalizado, cabría recordar la respuesta del filósofo griego Diógenes de Laercio, quien al ser cuestionado por su origen, él se limitaba a decir: “soy ciudadano del mundo”.
Al final, usted tiene la mejor opinión… Soy Eduardo Bizuet, para El Imparcial de Oaxaca.

Twitter: @EduardoBizuet