Es de madrugada y en Tlahuitoltepec, Mixe, la banda de música entona piezas fúnebres.
El olor a copal se expande entre el frio que ya cala los huesos; el luto se siente en cada rincón de este pueblo sumido en la serranía oaxaqueña.
El cadáver de Josué Díaz Gallardo, es uno de los primeros cuatro oaxaqueños que llega a su tierra natal, luego de casi 28 días de permanecer en la morgue de San Antonio Texas, desde aquél día, 27 de junio, en que fue descubierto un tráiler con su carga de decenas de muertos, todos ellos indocumentados que pretendían cumplir su “sueño americano”.
Un avión de las Fuerzas Armadas de México trajo de Estados Unidos ocho cadáveres, entre ellos el de Josué.
El olor a copal se expande entre el frio que ya cala los huesos; el luto se siente en cada rincón de este pueblo sumido en la serranía oaxaqueña.
El cadáver de Josué Díaz Gallardo, es uno de los primeros cuatro oaxaqueños que llega a su tierra natal, luego de casi 28 días de permanecer en la morgue de San Antonio Texas, desde aquél día, 27 de junio, en que fue descubierto un tráiler con su carga de decenas de muertos, todos ellos indocumentados que pretendían cumplir su “sueño americano”.
Un avión de las Fuerzas Armadas de México trajo de Estados Unidos ocho cadáveres, entre ellos el de Josué.
Del Aeropuerto Internacional de Oaxaca, de inmediato fue trasladado a Tlahuitoltepec en donde llegó de madrugada.
De inmediato empezaron los rezos para reconfortar su alma, la de él, y la de sus familiares, que aún piensan que están inmersos en una pesadilla. Descanse en paz
De inmediato empezaron los rezos para reconfortar su alma, la de él, y la de sus familiares, que aún piensan que están inmersos en una pesadilla. Descanse en paz