Por un lado, el secretario de Gobierno de Oaxaca, Jesús Romero, asegura que la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Salomón Jara “analizan posibles soluciones” para atender al magisterio oaxaqueño. Por otro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la Sección 22 denuncian una continuidad de las políticas neoliberales, una campaña de desprestigio y una cerrazón institucional ante sus demandas históricas.
“He sido testigo mudo del cariño de la presidenta a Oaxaca”: el optimismo gubernamental
En conferencia de prensa del Gabinete de Seguridad este 30 de mayo, Jesús Romero insistió en el compromiso de la Federación y del Ejecutivo estatal con el magisterio.
“He sido testigo, no puedo decir mucho, testigo mudo, del gran cariño que le tiene la presidenta a Oaxaca y a nuestro gobernador y cómo juntos han analizado posibles soluciones para el magisterio oaxaqueño”, declaró.
Romero subrayó que hay apertura al diálogo con los docentes, y que el gobierno federal ha recibido a la Comisión Única Negociadora (CNUN) de la CNTE en distintas ocasiones.
“Esperemos que se encuentre ya una ruta que ‘distense’ y que los maestros evalúen la respuesta que dio la presidenta Claudia a través de sus representantes”, expresó, apostando por el consenso.
Desde el Zócalo: “Ya párenle a la campaña de denostación”
Pero a cientos de kilómetros, en el corazón de la Ciudad de México, donde miles de maestros mantienen un plantón desde el 15 de mayo como parte de la huelga nacional, el discurso es radicalmente distinto.
“La misma actitud de los gobiernos neoliberales, y ellos que dicen que no son neoliberales, lo mismo asumen”, acusó un vocero de la CNTE durante la Asamblea Nacional Representativa (ANR) celebrada el 29 de mayo.
“Ya le paren a la campaña de denostación contra la huelga nacional. Si hacemos un recuento, exactamente eso hacía Peña Nieto, Calderón y todos los demás”.
En su plan de acción, la CNTE plantea movilizaciones, consulta a las bases, análisis técnico del incremento salarial propuesto, y la construcción de un frente en defensa de la seguridad social. La distancia entre los dichos del gobierno y las exigencias del movimiento magisterial no solo es semántica: es política.
Disposición vs. exigencia: ¿realmente hay diálogo abierto?
Romero insiste en que “el diálogo está abierto” y que incluso Sheinbaum ha expresado su intención de continuar recibiendo a la CNTE, pero la Coordinadora asegura que lo que ha habido son respuestas administrativas, no resolutivas, y sin voluntad de abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007 ni de la reforma educativa, dos de sus principales demandas.
La ANR del 29 de mayo lo dejó claro:
Mantendrán el plantón en el Zócalo de la CDMX.
Exigen mesa resolutiva directamente con la presidenta.
Denuncian intentos de represión encubierta, hostigamiento laboral y descuentos salariales.
Además, advirtieron que se retomará el análisis sobre un boicot al proceso electoral del 2 de junio, lo que elevaría aún más la tensión política.
Una historia de lucha que no se resuelve con palabras
El propio Romero reconoce la centralidad de Oaxaca en la lucha magisterial:
“El 99 por ciento de los maestros militan en la CNTE y en la Sección 22. De manera natural hay mayor presencia oaxaqueña [en el plantón].”
Y añade:
“Aquí, en 2006, se cometió un error histórico… nuestra presidenta proviene de un movimiento, nuestro gobernador también. No va a haber represión”.
Pero mientras el gobierno insiste en su narrativa de respeto, diálogo y apertura, los maestros en las calles acusan que la historia se repite. Y esta vez, según ellos, con nuevos rostros pero con las mismas políticas.
¿Puentes o discursos?
Romero habla de “puentes de diálogo”, pero los maestros ven “puertas cerradas”. La CNTE exige respuestas claras, no afectos personales ni declaraciones emotivas. En su comunicado, dejaron en claro que no basta con ser escuchados; exigen resoluciones concretas a demandas que llevan más de una década sobre la mesa.
Finalmente, el conflicto magisterial oaxaqueño, una vez más, revela las contradicciones entre el discurso institucional y la realidad de un movimiento que no se desactiva con simpatías, sino con soluciones estructurales.