Artesanos piden no dejar morir el juguete tradicional
Las nuevas generaciones solo traen tabletas y teléfonos inteligentes en las manos, lamenta
Poco a poco se recupera la venta de los juguetes tradicionales, principalmente de la mano de los adultos mayores, quienes son los que inculcan a las nuevas generaciones su uso y lo divertido que suele ser.
Karina Bolaños, concesionaria del local 148 y 149 de la galera de Artesanías del Mercado de Abasto, explica que diariamente las personas mayores que vienen de las comunidades preguntan por los precios y en ocasiones se llevan un carro o camión.
Ubicada en una zona del Mercado de Abasto que fue consumida hace meses por el fuego y ahora luce remodelada, la artesana relata con satisfacción el interés que muestran los posibles compradores con sus productos.
Son los abuelos quienes vienen y preguntan primero el precio y como están económicos, porque hasta con eso se los damos en 35 pesos o 3 por 100 pesos para que jueguen los niños con sus primos o amigos”, explica.
Sin embargo, lamenta que sean los propios padres quienes han ido perdiendo el interés de inculcar esos valores, juegos y juguetes tradicionales, al darles equipos electrónicos desde temprana edad.
La joven artesana detalla que las nuevas generaciones han perdido el interés por los trompos, los yoyos y el jugar con los camiones o carritos de madera, cuando hace unos años atrás esos mismos se cargaban de piedras y era mucha la diversión.
Pide a los padres de familia a que no dejen morir este tipo de juguetes tradicionales, “hay abuelitos que vienen por sus trompos de madera porque serán ellos los maestros de sus nietos en el uso de dicho juguete; es bonito escuchar eso”.
De igual manera, dice que en algunas escuelas públicas en el ciclo pasado en la materia de español o saberes comunitarios se les recordó sobre el uso e importancia de los juegos y juguetes tradicionales.
Sin duda es vital recuperar los saberes y juegos, porque esta generación ya no sale al patio a jugar con los primos, ni con los vecinos o amigos, antes se cargaban de piedras los carros y lanzaban por la colina y ahora, nada, no salen del sillón”, cuestiona.
