Maternidad y Covid, la experiencia de 5 mujeres
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Maternidad y Covid, la experiencia de 5 mujeres

Estas son las historias de seis mujeres que viven el Día de la Madres en diferentes circunstancias.


Maternidad y Covid, la  experiencia de 5 mujeres | El Imparcial de Oaxaca

Este 10 de mayo es atípico, nunca se había vivido la situación que actualmente obliga a las madres a estar separadas de sus hijos. En algunos casos, cualquier acercamiento está prohibido.

Desde la cuarta semana de febrero, los gobiernos federal y estatal ordenaron un aislamiento en los hogares. 

A pesar de esta medida, los contagios y los decesos siguen en aumento.

 

Aleja a sus hijos por riesgo a contagio

Lisbeth Mejía Reyes

En las últimas pláticas con su hijo, Lluvia parece recobrar parte de la tranquilidad perdida recientemente. “Yo entiendo que el Covid-19 nos tuvo que separar, pero pronto vamos a estar juntos. Tú no pienses, yo estoy cuidando a mi hermanita”, le ha dicho el menor de ocho años. El que, como la bebé, cumple años en este mes. La celebración de sus nueve años y el primero de la pequeña serán, sin embargo, lejos de ella, quien desde hace dos meses tuvo que dejarlos al cuidado de “mamá Cata”. Fue lo mejor, dice entre sollozos la enfermera de uno de los hospitales Covid en la ciudad de Oaxaca, uno del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS.

Al principio, las palabras de aliento del menor eran de un “te extraño mucho, ya quiero verte, te quiero abrazar, dar muchos besos”. La Covid-19 cambió radicalmente su vida y la de la familia.

“Dio un giro de 180 grados porque nadie lo esperaba. El estar en contacto con pacientes así, el miedo al pensar que uno puede contraer la enfermedad, llegar a contagiar a mis hijos. Ellos son pequeños”, confiesa con preocupación para luego añadir que tuvo que alejarlos de su lado por su bien. “A mi hijo le expliqué que tenía que estar en un área limpia, que nosotros, por estar en un hospital, somos contaminados, si así lo pudiera entender”.

Su voz se quiebra a cada tanto durante la llamada telefónica. Hace un rato que Lluvia llegó del hospital, en donde ha atendido pacientes con la nueva enfermedad. Ahora, en el hogar donde hasta hace un par de meses el día a día era levantarse muy de mañana para ir a la escuela y al trabajo, y por la tarde jugar y esperar a papá, el dolor se acrecienta cuando repara en el cumpleaños de los menores. “Estamos con coraje, con muchos sentimientos, nunca pensamos en llegar a pasar todo esto. Qué más quisiera yo que tenerlos cerca para abrazarlos, besarlos”.

Lluvia ha trabajado en el área Covid del hospital IMSS en la ciudad de Oaxaca. Ponerse el traje que prácticamente la asemeja más a una astronauta que a una enfermera ha implicado no solo el cambiar de apariencia, sino el preguntarse ¿por qué tanta protección? “Pero es algo que desconocemos, desconocíamos, no sabíamos cómo tratar a los pacientes con el nuevo virus”.

El virus existe, las personas se deterioran rápidamente y no aguantan las complicaciones de la enfermedad, narra. “Uno piensa en sus hijos, no en sí, en que me tengo que cuidar por ellos porque si me llegara a pasar algo se quedan solos. No es lo mismo que los cuide la abuela o la tía”.

En medio de la incredulidad que se mantiene en muchas personas, la Covid-19 sigue marcando la pauta en la vida de profesionales que están en la primera línea, como Lluvia, y de otras madres más.

 

 

Comparte roles mamá/maestra

Lisbeth Mejía Reyes

Yumaira Moreno es profesora de nivel primaria en el Instituto Carlos Gracida y aunque a diferencia de Lluvia no ha tenido que separarse de sus hijos, el teletrabajo ha sido todo un reto.

Yumi, como prefiere que la llamen, cuando reconoce que eso le ha permitido conocer cómo el reto lo viven otras mamás. Ella, por su parte, puede apegarse a un horario para la escuela. “Ya la tarde la tengo disponible para avanzar con mi casa y mis hijos, hacer otro tipo de actividades”.

Eso, sin embargo, abarca reglas con sus hijos, sobre todo con la pequeña para cuando Yumi da la clase en línea. “Le digo: de esta hora a esta, no me hables, no existo. Ahorita solo soy maestra y no puedo ser mamá. Ella ya tiene todo a su disposición para que lo pueda alcanzar, para que se sirva agua, para que sobreviva en lo que estoy atendiendo a mi niños, que es la mayor dificultad”.

Desde el primer día, la familia estableció sus horarios de tal manera que todos pudieran cumplir con sus actividades. La emergencia ha cambiado también la convivencia de la familia. Si antes el padre tenía un horario de trabajo muy amplio, ahora que está en casa ha aumentado. Y eso, Yumi lo ha tenido que “absorber”, pues dice que el trabajo del padre es todavía más pesado que el suyo.

 

Sigue educando a los 71 años

Lisbeth Mejía Reyes

La comprensión de la otra persona la vive también Teresa Cruz. La abuela y madre, de 71 años de edad, apoya a su hija Rocío con el cuidado de Nico y Meli. “Siempre he cuidado a los niños, desde que son chicos, he estado pendiente de atenderlos porque Rocío se va a trabajar”, narra luego de cumplir el antojo de un postre de los nietos.

Lo que describe como la normalidad de hace años es, no obstante, una nueva vida marcada por la emergencia sanitaria. La “que nos impuso la naturaleza, los gobiernos y nosotros mismos”.

Teresa y los dos menores están, desde hace unas semanas, todo el tiempo en casa, en donde ella está al pendiente de que hagan las tareas. “Mi nieto está por entrar a la secundaria y está trabajando con una guía de estudio que ya le había comprado. La otra tiene la facilidad de hacer su tarea”.

Nunca ha sido una mujer de salir tanto, solo lo necesario, reconoce al tiempo que algo más: “tengo 71 años, estoy dentro de las candidatas que se pueden ir (de mayor riesgo si contrae la Covid). Yo me siento bien, sin ningún problema de salud, pero no vaya a ser que este virus nos lleve”.

Rocío se separó del padre de sus hijos hace varios años. Ese fue el punto de inflexión que condujo a esta nueva relación y familia junto a su madre, Teresa, quien no dudó en mudarse para cuidar a Nicolás y Melissa. Para quien se desempeña como periodista, su madre ha sido vital desde que se mudara a Oaxaca, el estado en el que nació, pero en donde carecía de una red de apoyo.

Y aunque aún ha tenido que salir para trabajar, en medio de la contingencia su madre es como alguien caído del cielo. “Si ella no hubiera estado en el proceso anterior conmigo sería muy complicado dejarla al cuidado de mis hijos porque ya es grande. Sin embargo, porque sé que tiene la capacidad, lo que no quiere decir que no considero su cansancio, tengo la confianza y le voy midiendo cuándo puedo o no salir, por su edad”.

“Ella conoce la experiencia laboral y sabe que como mamá no puedo estar más tiempo con mis hijos. Cuando ella trabajaba, yo me quedaba con mi abuela. Es como una experiencia que repetimos, pero ahora ella en el papel de abuela”, detalla Rocío, quien percibe que la dinámica es una especie de compensación por los 17 que no convivieron y quien sostiene que la maternidad no se trata de un compromiso, sino una labor compartida con todos. “No me siento mal de dejar a mis hijos en manos de mi madre, al contrario, creo que es importante que aprendan de su experiencia”.

 

Pierde empleo tras aborto

 

Alonso PÉREZ AVENDAÑO

 

Clara, quien pide no revelar su verdadero nombre, fue despedida durante la pandemia del coronavirus. En febrero inició a trabajar medio tiempo en una institución que se encarga de proteger los derechos de las mujeres, las niñas, niños y adolescentes.

“Yo sabía que estaba embarazada porque estaba planeando tener un hijo con mi pareja. Sobre el Covid el gobierno aún no había dictado el confinamiento, solo había medidas que no había que saludarse”.

Después, cuando se dictó el confinamiento obligatorio para personas en condiciones de salud vulnerables –adultos mayores, mujeres embarazadas-, notificó a sus jefes. En diálogo con sus jefes, Clara acordó iniciar la cuarentena en los primeros días de abril.

En confinamiento, su embarazo se complicó y ell 20 de abril tuvo un aborto de abril. Una semana después, recuperada físicamente, decidió volver a su trabajo, lo solicitó a sus jefes reiniciar labores el 1 de mayo y la respuesta resultó sorpresiva: ya había sido sustituida por otra persona. Le fue pagada la última quincena de marzo y no hubo más.

“Estoy enojada porque trabajamos a favor de los derechos de las mujeres, en cuarentena, es un momento complicado, no se vale lo que me hicieron”, expresa. 

Este trabajo le permitía complementar su ingreso con el que obtiene de un trabajo que realiza por las mañanas. Ahora, en una crisis económica de la cual aún se desconocen sus dimensiones, la ansiedad vuelve porque no sabrá si habrña pronto una nueva oportunidad de empleo. 

 

¡Quédate en casa, pare en casa!

 

Alonso Pérez Avendaño

 

Karla tiene 22 años y el próximo mes dará a luz por cuarta ocasión, esta vez a una niña a la que llamará Miranda. Nacerá en junio, el mes en el que el gobierno nacional ha prometido que las cosas volverán a la normalidad, después del confinamiento al que obligó la pandemia. Desde febrero, la joven mujer acompañada por su esposo Jaime decidieron optar por una nueva experiencia, el parto en casa.

“Es mi cuarto embarazo y tengo la confianza de que todos han evolucionado muy bien, además es una experiencia nueva y más íntima para nosotros como familia, es muy nuevo para mí esto”, señala.

Su decisión se vio reforzada cuando en marzo la Organización  Mundial de la Salud declaró que como pandemia la propagación del coronavirus. Ir a un hospital le causó temor y decidió continuar con su proyecto de traer a Miranda al mundo en su hogar, sin la presencia de quirófanos, batas, guantes, bisturís, anestesias, salas de espera. Al contrario, prefirió tener junto a ellos la misma cama donde duermen cada día, las almohadas donde colocan cada noche su cabeza, su armario, trastes, sillones y otros muebles. Para este proyecto, Karla y Jesús cuentan con el apoyo de Briseida Arco y María Eugenia Vásquez, parteras en la tradición.

Ambas integrantes del colectivo de parteras Nueve Lunas, explican la filosofía en la que se basa esta práctica ancestral: la confianza en el cuerpo de cada mujer. “No pongo en duda que esta mujer puede parir, esa es la filosofía. Sabemos que hay cosas que pueden interrumpir ese proceso y estamos listas para observarlas. Tiene que ver con algunas complicaciones que se pueden dar, pero nuestra filosofía base es saber que su cuerpo va a parir”, explica María Eugenia.

Así como la búsqueda de nuevas experiencias, de hacer del parto un momento más íntimo para la familia, las malas experiencias en hospitales es otra de las causas de que las personas busquen esta forma de dar a luz.

“Las mujeres que buscan el parto en casa en Oaxaca son mujeres que han tenido malas experiencias en hospitales, violencia obstétrica, partos que han sido muy difíciles, donde no han sido acompañadas por su familia, donde han estado solas, en Oaxaca hay un súbito incremento en el número de cesáreas, por motivos que nosotros sabemos que no siempre son un motivo, una vuelta de cordón umbilical, porque es la semana 39 o 40, porque se quiere que los bebés nazcan en su semana prevista de parto”, señala Brisa.

Asimismo, las parteras explican que las estadísticas son una base también que permite confiar en los partos en casa. 80% de los embarazos, resaltan, tendrán un curso sin complicaciones y se pueden desarrollar naturalmente; 10% más presentarán circunstancias que las parteras puede atender; y solo entre el 5% y 10% presentará complicaciones que requieran de una intervención quirúrgica.

Aunque en esta temporada la emergencia sanitaria, la negativa a ingresar a un hospital por miedo al contagio del covid, las parteras explican que no pueden atender un embarazo solo por miedo.

“El tema del covid hace que las personas piensen que es más sano parir en casa, pero para nosotros como parteras no se ha modificado nuestro trabajo, no podemos atender a una mujer solo porque tiene miedo de ir al hospital, hay un protocolo que debemos cuidar para tener un parto en casa”, explica Brisa.

Para Karla además un parto en su casa representa la oportunidad para que su esposo pueda acompñarla. “Ella me dijo que quería que estuviera con ella, con nuestro tercer hijo yo quería acompañarla pero no se pudo porque el parto fue en el Seguro, aquí las parteras nos dijeron qu elo ideal sería que pudiéramos estar juntos, para mí es algo muy bonito”, asegura Jesús.

 


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