Sinaloa atraviesa una de las etapas más violentas de su historia reciente. Desde septiembre de 2024 hasta mediados de junio de 2025, se han contabilizado mil 503 homicidios dolosos. Dicha cifra, expone el alcance devastador de la confrontación entre dos poderosas facciones del Cártel de Sinaloa: los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, conocidos como Los Chapitos, y el grupo encabezado por Ismael “El Mayo” Zambada, conocido como La Mayiza.
Los datos, recopilados por el diario Noroeste con base en fuentes oficiales, colectivos de búsqueda y registros periodísticos, reflejan un promedio de 6.9 asesinatos por día. Aunque en las últimas semanas la cifra ha escalado a más de 7 homicidios diarios, revelando un claro recrudecimiento del conflicto.
UN DOMINGO DE TERROR: BALACERAS, CADÁVERES Y UN POLICÍA MÁS ASESINADO
El 15 de junio fue una jornada particularmente violenta. Solo ese día se registraron 10 asesinatos en diferentes municipios del estado. En Culiacán, un agente de la Policía Municipal falleció tras un día de agonía luego de ser herido en un ataque armado en la colonia Las Vegas.
Ese mismo día, en la colonia Tierra Blanca, tres personas fueron abatidas durante un enfrentamiento entre civiles armados. En Las Quintas, un limpiavidrios fue ejecutado a plena luz del día. A esto se sumaron hallazgos macabros en Guamúchil (Salvador Alvarado. Donde tres personas fueron localizadas sin vida, y en Ahome y Mocorito, donde se encontraron cadáveres en un canal de riego y bajo un puente, respectivamente.
PRIVACIONES DE LA LIBERTAD Y ROBO DE VEHÍCULOS: LA OTRA CARA DE LA INSEGURIDAD
Además de los asesinatos, la población sinaloense enfrenta otras amenazas cotidianas. Entre septiembre y junio se han registrado mil 576 casos de privación de la libertad. Lo que equivale a 5.6 secuestros por día. Sin embargo, solo 980 denuncias formales han sido presentadas ante la Fiscalía. Lo que refleja una preocupante desconfianza institucional o el temor generalizado a represalias.
El robo de vehículos también ha alcanzado cifras alarmantes: cinco mil 548 unidades han sido sustraídas en el mismo periodo. Es decir, 20.9 vehículos robados cada día. Solo en lo que va de junio, ya se acumulan 314 denuncias, consolidando este delito como uno de los más frecuentes y menos resueltos en la entidad.
LA RESPUESTA OFICIAL: DETENCIONES Y ABATIMIENTOS, ¿BASTA PARA FRENAR LA OLA?
La respuesta de las fuerzas de seguridad ha incluido 1,131 detenciones y 95 abatimientos de presuntos criminales desde el inicio de esta nueva fase violenta. Sin embargo, las cifras no evidencian una reducción del conflicto, sino una especie de equilibrio de poder basado en la confrontación armada continua.
Operativos de alto impacto y presencia de fuerzas federales no han sido suficientes para frenar las ejecuciones ni el control territorial que ejercen los grupos criminales. Por el contrario, cada avance de una facción parece detonar una reacción inmediata de su rival, con saldo trágico para la población civil.
GRAFITIS Y NARCOMENSAJES: EL TERROR TAMBIÉN SE ESCRIBE EN LA CALLE
En paralelo a la violencia física, se desarrolla una guerra simbólica. Mensajes pintados en banquetas anuncian supuestas alianzas entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Chapitos. Mientras que camionetas abandonadas con cadáveres y narcomensajes de advertencia han sido halladas en fechas estratégicas, incluso coincidiendo con visitas presidenciales. El objetivo: intimidar, marcar territorio y desafiar abiertamente al Estado.
FUNCIONARIOS ASESINADOS: LA VIOLENCIA LLEGA A LAS ALTAS ESFERAS
El domingo 15 de junio, Lázaro Gambino Espinosa, exdirector de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Sinaloa y presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, fue asesinado en Zapopan, Jalisco. Su ejecución eleva aún más el nivel de preocupación, pues demuestra que la violencia ya no distingue entre actores criminales y figuras públicas o académicas.
Horas después, la Fiscalía de Jalisco confirmó el inicio de una investigación. La comunidad universitaria de Sinaloa expresó su pesar, mientras crece la incertidumbre sobre si su asesinato está relacionado con el contexto violento que impera en su estado natal.
¿CUÁNDO CEDERÁ LA GUERRA SIN FIN?
La situación en Sinaloa refleja un patrón que se repite en muchas regiones de México: la incapacidad del Estado para romper la lógica de violencia cíclica entre facciones del narcotráfico. Detener a líderes o abatir sicarios no ha detenido el conflicto; simplemente lo ha trasladado a nuevas generaciones más violentas y menos estructuradas.
El elevado número de homicidios, secuestros y robos de vehículos no puede entenderse solo como un fenómeno delictivo, sino como una crisis estructural de gobernabilidad. Donde el crimen organizado sigue siendo una fuerza que disputa al Estado no solo el control territorial, sino también el miedo, la justicia y la vida cotidiana de miles de personas.
SINALOA COMO RETRATO DE UNA NACIÓN HERIDA
La tragedia sinaloense no es un caso aislado. Es un espejo de lo que sucede en otras partes del país: crimen fortalecido, Estado debilitado y ciudadanos en medio de un fuego cruzado constante. Superar esta etapa no dependerá solo de operativos o discursos, sino de una estrategia integral que recupere las instituciones, la confianza pública y, sobre todo, la vida.