Luchan para sobrevivir en Yalálag
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Luchan para sobrevivir en Yalálag

Debido a la falta de empleos formales, los yalaltecos tienen que encontrar la forma de hacer rendir sus ingresos


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En la comunidad de Villa Hidalgo Yalálag en la Sierra Norte del estado se puede observar la pobreza en que viven los habitantes por la falta de un empleo formal; en esta comunidad con mil 973 habitantes, al menos un 64% vive en pobreza y 45% en pobreza extrema.

En Yalálag predominan los oficios de artesanos, comerciantes y campesinos, que laboran de acuerdo a la demanda y en muchos de los casos el ingreso es insuficiente para la manutención familiar. La falta de empleo formal acrecienta sus carencias, los habitantes de este lugar no pueden tener ingresos constantes por un trabajo o jornal continuo y muchos optan por dedicarse “a lo que haya”.

Micaela Martínez describe que el principal problema al que se enfrenta es que su trabajo solamente es eventual, “a veces trabajo todos los días, mientras haya que hacer, pero a veces no hay nada y es cuando tenemos que buscar la forma de hacer rendir el dinero”, algunas veces trabaja en el campo haciendo actividades propias de la agricultura, trabaja la tierra y cuida animales y otra veces se emplea como auxiliar en una cocina.

La mujeres de esta comunidad buscan cómo sostener a su familia y una alternativa es la autosuficiencia; Micaela cría animales, siembra maíz, frijol y legumbres en el campo y busca leña para ayudar al gasto familiar cuando no tienen ingresos “por lo menos para comer”.

Cuando tiene un patrón que requiere de su mano de obra, su jornada empieza desde las 4 o 5 de la mañana, las jornadas dependen de los trabajos que el patrón requiera algunas veces labora 8, 9 o 10 horas, ella va al campo a prestar su mano de obra para diversas actividades relacionadas al cultivo, sembrar, rozar, cosechar, dependiendo de la temporada del año y del clima.

Cuando trabaja para alguien obtiene un salario de $150 pesos por día, pero cuando no hay quien la requiera no tienen ningún tipo de ingreso, sin embargo los gastos continúan.

Los programas “son puras promesas”

Micaela prefiere trabajar en el campo, a veces tiene que caminar hasta dos o tres horas al lugar donde trabaja, lejos de la población, por lo tanto no se da por enterada cuando se anuncia la llegada de personal del gobierno para inscribir a las personas a los programas sociales, por eso ella nunca ha podido recibir ningún tipo de apoyo.

De los tres hijos de Micaela solamente una continúa estudiando, los gastos de educación son los que más afectan su bolsillo, pues las necesidades son constantes, tiene que buscar la manera de solventar los gastos. A ella le gustaría que su hija tuviera algún tipo de beca o apoyo para seguir estudiando ya que algunos días le es imposible cubrir los gastos, porque pasa 2 o más días sin trabajar y sin percibir ingresos, “a veces no hay trabajo un día o dos, luego hay uno y deja de haber al otro” comenta.

Micaela Martínez trabaja arduamente para mantener a sus 3 hijos.

Debido a la pobreza que se vive en los hogares es imposible que los jóvenes continúen estudiando, en esta comunidad existe un 42 por ciento de rezago educativo, tan solo el 8.7 por ciento cuenta con una educación media superior, el 1.9 por ciento con educación superior.

La comunidad solo cuenta con instalaciones de educación básica, cuando los jóvenes desean continuar sus estudios de educación superior, se ven obligados a emigrar a la ciudad, lo que requiere de mayores recursos económicos, que no todas las familias pueden sufragar. Algunos jóvenes como en el caso de los dos hijos mayores de Micaela que decidieron emigrar para buscar mejorar sus ingresos en otro lugar.

Por la falta de recursos económicos los jóvenes que ya no pueden seguir estudiando, tienen que buscar un empleo para apoyar en los gastos familiares. Según datos del INEGI 45 por ciento de la población de 12 años o más es económicamente activa.

Micaela comenta que los habitantes de esta comunidad están desilusionados con los apoyos del gobierno, algunas veces solo llegan a inscribirlos y los apoyos nunca llegan. “Son puras promesas”. Dice con tristeza que a ella le gustaría que existan apoyos que lleguen las personas que realmente lo necesitan.

La falta de dinero cuesta la vida

Micaela cuenta con el programa de Seguro Popular con lo que recibe atención médica en la clínica de la comunidad, sin embargo, en la clínica no se les puede proporcionar todos los medicamentos que requieren y es necesario surtir las recetas en una farmacia particular en donde los costos de los medicamentos son elevados y no siempre se pueden adquirir.

La comunidad ha demandado a la autoridad atención a esta problemática, por lo cual desde hace varios años está a cargo de la Regiduría de Salud del municipio la administración de una farmacia comunitaria con el objetivo de apoyar a la población. Los vecinos pueden recibir atención médica y medicamentos a un costo accesible, sin embargo, no siempre es suficiente, a veces los padecimientos requieren un tratamiento especializado y deben buscarlo en la capital del estado, lo cual representa un gasto mayor no contemplado para las familias, incluso para algunas personas no poder cubrir los gastos les ha costado la vida.

Hogares familiares

Los solares grandes predominan en esta comunidad, y es que la falta de recursos económicos para la adquisición de nuevas casas provoca que existan hogares familiares en los que varios miembros deben de compartir una casa, en una casa suelen vivir tres o cuatro familias.

La migración ha provocado que en este lugar haya casas deshabitadas, lo que representa una opción para familias como la de Micaela que no han tenido la posibilidad de adquirir una casa, ella solo tiene la obligación de pagar los servicios y brindar el cuidado que requiere a cambio obtiene el techo que necesita para refugiarse.


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