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El dolor y el silencio


Había escuchado que diversos creadores músicos, literatos, pintores, escultores y compositores, cuando tienen un dolor grande y profundo pueden expresar mediante su oficio o arte, sentimientos verdaderamente sorprendentes. Obras de arte que en otras condiciones no sería posible crear. Es que el dolor pone al descubierto los sentimientos más íntimos, más profundos que en otras circunstancias no conocemos y que en esos momentos se hacen presentes.  

Cuento esto porque a mí me ha pasado lo contrario. Frente al dolor por la pérdida de dos seres amados y muy queridos he enmudecido, no puedo escribir, ni expresar lo que siento, ni ubicar bien dónde está el dolor, en qué parte del cuerpo me duele. El pesar me envuelve todo. La capacidad de racionalizar la pena es nula y sólo siento un dolor profundo en el pecho y en el cuerpo entero que me inmoviliza y no puedo sacar. He tratado de escribir y describirlo y no ha sido posible. De ahí mi silencio en esta columna la semana pasada. Murió el licenciado Eliseo Mendoza Barrueto, con quien conviví y trabajé más de 50 años. Con él viajé a casi todo el mundo y realicé, gracias a su generosidad y libertad, algunos de los libros y trabajos más importantes de mi vida. Lo mismo pasó hace casi un año cuando murió mi hija bien amada Raquel Pereyra: enmudecí.  

La muerte, a pesar de estar a nuestro lado y convivir con ella cotidianamente, no deja de sorprendernos y afectarnos. Hay muertes brutales. Otras apacibles, algunas inesperadas; otras, esperadas. No por esperada y apacible es menos dolorosa. La muerte física de un ser amado es algo que duele profundamente, aunque sepamos que ese es nuestro destino: morir.  

La muerte del exgobernador Eliseo Mendoza Berrueto representa para mí una pérdida enorme e irreparable. Trabajamos juntos 56 años desde que lo nombraron subsecretario de Comercio hasta que concluyó su actividad administrativa como presidente de la gran comisión del Congreso del estado de Coahuila. Siempre sonriente, trabajador, responsable, deja como herencia un buen nombre, el cariño y respeto de todos los que lo conocieron, una labor en el sector público llena de trabajo y cuidado en el manejo de los bienes públicos. Terminó de editar sus memorias hace unas semanas y en ellas escribe uno de los párrafos como creo que quisiera ser recordado. Una larga jornada: “Escribo estas notas habiendo cumplido 90 años. No cabe duda de que he sido un hombre afortunado. Donde quiera que estuve traté de hacer mi trabajo con rectitud, eficiencia y lealtad. Ahora que recuento las etapas de mi existencia, reafirmo mi convicción de que siempre fui optimista, gocé cada etapa de mi vida y traté de ser un buen hijo, un buen padre y amigo de mis amigos. No tengo reproches ni resabios. Me quedo tranquilo y en paz”.   

Oaxaca de Morena  

Todo parece indicar que en las próximas elecciones para gobernador de Oaxaca será Morena el partido que triunfe después de casi un siglo que la gobiernan candidatos del PRI. Los cambios son buenos y más los políticos en este tiempo. Diversos son los factores que influyen en este triunfo, por una parte, el pueblo está cansado del PRI y de las mentiras de sus políticos. Y de que tengan a Oaxaca en uno de los penúltimos lugares en el desarrollo nacional. Por otra parte, y creo que la más importante, es el desarrollo que ha tenido esta administración que ahora acaba y que, según los oaxaqueños, inclusive los que participan, el gobierno no ha hecho nada.

Hay gobernadores que no hacen nada, pero que dan la impresión de que hacen mucho; otros hacen mucho y parece que no hacen nada. Finalmente, lo que importa es la narrativa que cuenta el pueblo donde gobiernan. Esta administración distribuyó el presupuesto, atendió algunas demandas de los grupos económicos que lo presionaban y se dedicó a demostrar cómo se puede administrar un Estado aun estando ausente. No recuerdo a otro gobierno que no haya tenido interés por definir sus objetivos, ni realizar trabajos que contribuyeran al bienestar público. La capital de nuestro estado nunca había estado tan abandonada como en el trienio anterior, no se hizo absolutamente nada positivo más que generar conflictos con los trabajadores del municipio, con los grupos de comerciantes y, en general, mantener un estado sin objetivos, sin estrategias y sin obras. El final de este trienio fue verdaderamente trágico, nunca antes se habían destruido las instituciones como se destruyó la capital del estado, la cual, apenas estamos recuperando. Así como ocurrió en la capital del estado imaginemos que ocurrió en las otras áreas, en la Costa, en la montaña, en la Cañada. El desbarajuste fue total. Nuestro gobierno local no hizo ninguna obra pública y a duras penas mantuvo las que ya estaban. La carretera la está haciendo el gobierno federal.

Una presencia constante que palió la desatención interna fueron los trabajos realizados a las poblaciones que atendió el gobierno federal dentro de su plan para desarrollar el sur-sureste del país. Una de mis hipótesis es que al actual gobernador Alejandro Murat, hijo del exgobernador José Murat, no le importa gobernar. No tiene interés en la política que dé beneficios a la población. No le interesa hacer una carrera que beneficie a las poblaciones, a los grupos más marginados, no le importa ocuparse de lo que es desarrollar una región.  

Nadie como él tenía la gran oportunidad de demostrar el valor de unos estudios muy completos, de una educación política desde que nació y de una entrega y el ejemplo de su padre. Lástima que todo eso se perdió, educación, entrenamiento, prácticas políticas, el ejemplo que tenía. Hacer estos comentarios no es nada agradable porque los oaxaqueños vivimos aquí y queremos que se prospere cada día, esperamos que se hagan obras, que se trabaje, que mejoren nuestras condiciones de vida. Cuando un gobierno falla, falla todo. Es verdaderamente trágico que un gobernante no quiera gobernar.


aa

 

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