Tentáculos de UACOL se extienden al zócalo
Siguen vendiendo frente al Palacio de Gobierno y en los alrededores
Aún y con la presencia policial, comerciantes ambulantes han logrado colocar los puestos o vender mercancías en la zona del zócalo y Alameda, sin temor a ser desalojados por la autoridad.
Desde el lunes pasado volvieron a aparecer algunos vendedores de “artesanías” frente al Palacio de Gobierno después de que al final de la pasada administración municipal los retiraran con apoyo de la fuerza pública.
Sin embargo, algunos militantes o simpatizantes de la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (UACOL) han sacado a la venta sus “productos”, sólo que ahora sin contar con la estructura metálica o de madera.
Amparados en las banderas de la organización es su mayor protección, dado que en cada esquina de los puestos colocan su insignia de tela en color blanco y letras negras como permiso para operar sin ser molestados.
No obstante, ellos tampoco son los únicos que disfrutan de las ventas que puede dar la movilidad y afluencia de personas y turistas nacionales y extranjeros que llegan al zócalo, dado que los desplazados de San Juan Copala comparten el espacio.
Es importante recordar que dichas personas autollamadas desplazadas y benefactoras de medidas cautelares por instancias de derechos humanos, no han sido molestados por las autoridades para retirar sus puntos de venta.
Igualmente, otro grupo de la región Triqui permanece en la parte baja del Palacio de Gobierno y son quienes gozan de espacios más grandes, con garantías de las propias autoridades.
La esquina, que forman las calles de Guerrero y José María Bustamante, ha sido ocupada, otra vez, por parte de los comerciantes adheridos a la extinta Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y a quienes se les permite seguir ahí.
Los más de 40 puestos que permanecen en la zona tienen alta afluencia de potenciales clientes debido a la visita de turistas que llegan al zócalo y a los restaurantes de los Portales.
Dicha situación ha generado una constante molestia por parte del comercio establecido, dado que la venta de ropa y artesanías pega a los locales que pagan impuestos y generan empleos.
