Comerciantes formales de Oaxaca perciben aumento en competencia desleal
Lamentan tolerancia a violentos
Ya en el ocaso de la temporada alta de turismo, comerciantes informales de venta de artesanías y otros productos hasta ayer seguían instalados en espacios como la calle de Gurrión aledaña al Templo de Santo Domingo y a las afueras del Palacio de Gobierno.
Turistas nacionales y extranjeros optaron por acudir a los puestos colocados de forma temporal en una de las zonas más concurridas de la capital para observar y adquirir diversos productos artesanales.
No obstante, comercios que pagan impuestos ubicados sobre la misma vialidad y en el Andador Turístico lucieron con muy poca afluencia de posibles compradores, lo cual generó diversas expresiones de molestia.
Los inconformes cuestionaron el que se les haya permitido instalar su vendimia, aún y cuando protagonizaron un zafarrancho violento al enfrentarse grupos antagónicos con palos y piedras, por la asignación de espacios de la vía pública.
“La policía nada más quedó de adorno, nunca intervinieron cuando ocurrió el enfrentamiento a pesar de que los ambulantes pusieron en riesgo a las familias que caminaban sobre la calle de Gurrión y la plazuela de El Pañuelito”, relataron.
Sin embargo, enfatizaron que lo negativo de la temporada decembrina ha sido el aumento de comerciantes ambulantes en las plazas públicas, sobre todo porque significa una competencia desleal.
“Nosotros como comerciantes establecidos nos cobran todo tipo de impuesto, desde lo municipal, estatal y federal, pues el Servicio de Administración Tributaria (SAT) no nos ha dado tregua y si a eso le sumamos las bajas ventas, pues el panorama no es alentador”, sostiene Leticia Jiménez, dependiente de una conocida tienda de artesanías ubicada en el centro.
Confía en que en el año que comienza los impuestos no se incrementen en el ámbito municipal y estatal, dado que la economía se mantuvo a la baja en el 2017 y las metas de crecimiento no se lograron.
En el zócalo de la capital se observó un número mayor de vendedores de globos y golosinas, quienes congestionaron la plazoleta de la Catedral, sus costados y partes de la Alameda de León y en la parte baja del Palacio de Gobierno.
