Un rugido en el cielo, una explosión brutal y una ciudad testigo del infierno. Este jueves, el vuelo AI-376 de Air India, con 242 personas a bordo, cayó en picada sobre una residencia médica en Ahmedabad. Solo un hombre salió con vida. Lo demás fue fuego, humo y una tragedia nacional que ha dejado a India –y al mundo entero– en duelo, shock y profunda incertidumbre.
Único sobreviviente de la tragedia del vuelo AI-376 que sacude a la India y al mundo pic.twitter.com/Wfi8Yy3pri
— El Imparcial de Oaxaca (@ImparcialOaxaca) June 12, 2025
La tragedia en cifras
Amit Shah, ministro del Interior indio, fue tajante al explicar las causas del desastre:
“El avión transportaba casi 125 mil litros de combustible y, debido a la alta temperatura, no había posibilidad de salvar a nadie”, declaró ante los medios tras inspeccionar el sitio.
La magnitud del siniestro es inédita: el impacto fue tan violento que desató un incendio instantáneo que arrasó con la estructura civil y redujo el Boeing 787 a un campo de chatarra incandescente.
Un asiento maldito, una oportunidad de vida
Y sin embargo, entre el apocalipsis, una sola historia de supervivencia: la de Ramesh Vishwas Kumar, británico de 40 años, quien ocupaba el asiento 11A, conocido por no tener ventana debido a su proximidad al sistema de aire acondicionado. Ese mismo asiento, considerado incómodo por muchos pasajeros, hoy se convierte en símbolo de lo inexplicable.
“Treinta segundos después del despegue, se produjo una fuerte explosión. El avión se tambaleó en el aire y luego se estrelló contra el suelo. Cuando abrí los ojos, había cuerpos y escombros por todas partes. Tenía miedo, pero de alguna manera logré salir del asiento y escapar corriendo de entre los escombros en llamas”, relató el sobreviviente al medio Noticias18Hindi.
Con el rostro desfigurado por quemaduras y heridas en las piernas, Vishwas camina ahora por otro tipo de terreno: la incertidumbre. En medio de su testimonio, se filtró una súplica desgarradora:
“Quizá fue la voluntad de Dios. Quiero encontrar a mi hermano, él estaba conmigo”.
¿Error humano, falla técnica o algo más?
La tragedia desata, una vez más, un debate urgente sobre la seguridad aérea y la responsabilidad empresarial. El Boeing 787 Dreamliner, presentado hace poco más de una década como el futuro de la aviación por sus materiales compuestos ultraligeros y eficiencia de combustible, enfrenta ahora su primera pérdida total.
Este incidente ha golpeado fuerte en Wall Street. Las acciones de Boeing sufrieron una caída inmediata, reflejando la tensión global ante la confiabilidad de una aeronave de la que existen 1,148 unidades activas en todo el mundo.
¿Estaba todo en regla?
Aún se desconocen detalles cruciales: ¿tuvo el avión mantenimiento reciente?, ¿hubo señales previas de fallos técnicos?, ¿por qué no se logró ningún tipo de maniobra de emergencia? Las autoridades de aviación civil aún no han emitido un informe oficial, mientras los medios locales especulan sobre posibles errores humanos o fallas estructurales.
Un país en duelo y una marca bajo escrutinio
Mientras los equipos de rescate y análisis forense trabajan entre ruinas, el dolor nacional no cesa. Las redes sociales se han volcado en solidaridad, indignación y preguntas sin respuesta. En X (antes Twitter), una imagen de Vishwas en camilla, con la frase “He is the man”, se ha hecho viral, convirtiéndolo en el rostro involuntario de una tragedia colectiva.
Air India, por su parte, ha emitido un breve comunicado expresando su pesar y prometiendo cooperación total con la investigación. Pero para muchas familias, eso no basta.
El silencio que grita: ¿y ahora qué?
Cada accidente aéreo deja más que escombros: deja heridas invisibles, sospechas acumuladas y un reclamo de justicia. Esta vez, con 241 personas muertas, el mundo no solo exige explicaciones, exige reformas, transparencia y un nuevo pacto ético entre las aerolíneas, los fabricantes y los pasajeros.
Ramesh Vishwas Kumar sobrevivió para contar lo que otros no podrán. Pero su historia, más que un milagro, es una advertencia.
¿Fue este un fallo más del sistema o una tragedia evitable?
Mientras las investigaciones apenas comienzan, solo una cosa es segura: el mundo mira, dolido, pero con ojos abiertos.