a República Popular China se consolidará como la mayor potencia del planeta una vez que haya pasado la pandemia de Covid-19, por encima de Estados Unidos y la Unión Europea.
“Cuando se asiente el polvo de la pandemia, veremos que China emerge como el actor más poderoso en la escena mundial”, señaló a la agencia de noticias Efe Kevin Casas Zamora, el secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA, pos sus siglas en inglés).
El también expresidente de Costa Rica advirtió que el encumbramiento de China “No es una buena noticia para los que defendemos el avance de la democracia”, pues el debilitamiento de la unión americana supondría también una menor promoción de esta forma de gobierno.
Para Casas-Zamora, el coronavirus puso en relieve dos hechos soslayados por décadas: la poca capacidad de Estados Unidos para asistir a su población, debido especialmente a su débil sistema de salud; y la falta de políticas unificadas en Europa para hacer frente a contingencias.
China, por el contrario, reaccionó correctamente a la pandemia e hizo lo necesario para evitar un escenario que le rebasara, e incluso ahora se alista a asistir a otras naciones en emergencia.
Advierte IDEA viraje al autoritarismo tras pandemia de Covid-19
Sin embargo, el presidente de IDEA advierte que las enseñanzas que nos dejará el Covid-19 podría hacer que algunos países otorguen poderes especiales a sus líderes, algo que más tarde podría volverse una “nueva normalidad” de tintes autoritarios tolerada por una “multitud aterrorizada”.
Además, apuntó que la pandemia será un duro golpe para el proceso de integración económica regional y mundial, pues es de esperarse un rechazo a la globalización y la búsqueda de figuras paternalistas para liderar los esfuerzos de recuperación económica.
Será una “tormenta perfecta” en términos geopolíticos que dará como resultado un nuevo populismo “con discursos de esencia nacionalista y autoritarios”, apuntó.
Como ejemplo de lo anterior, pidió que los ojos del mundo apunten hacia las próximas elecciones de Bolivia, actualmente suspendidas por el Covid-19, y el caso de la presidenta de facto Jeanine Áñez, además es candidata al cargo y no se avergüenza de su discurso derechista y racista.