Cuenta una leyenda irlandesa que al final del arcoíris se encuentra un leprechaun, que es un duende vestido de verde, que cuida una olla de oro, y que quien lo descubra se llevará el tesoro como recompensa. Éste es, quizá, el más famoso de todos los mitos alrededor de un fenómeno natural tan maravilloso como el arcoíris.
Sin embargo, esta historia tiene una trampa: es imposible que alguien pueda encontrar el final del arcoíris… ¡ni siquiera lo podría distinguir! Resulta que este truco de la naturaleza ocurre gracias a la unión del Sol y de la lluvia: cuando los rayos solares caen sobre las gotas de agua, éstas “riegan” la luz por todos lados. El agua refleja la luz, así que cuando los rayos tocan las gotas de lluvia, los colores salen disparados al cielo y se produce esta maravilla multicolor.
Un arcoíris, dos arcoíris, tres arcoíris…
Si las gotas por las que pasa la luz son pequeñas, entonces los colores son de tonalidades claras; si, en cambio, son grandes, vemos colores vivos e intensos. En algunas ocasiones incluso podemos ver dos arcos.
Las formas del arcoíris
Dependiendo del clima y de dónde estemos observando, el arcoíris puede tomar una forma circular. Si por ejemplo, un día lluvioso vas en un avión sentado junto a la ventanilla, quizá con un poco de suerte el travieso duende te deje ver este círculo de brillantes colores en el cielo azul… pero recuerda, como los círculos no tienen final, ¡no hay ollas de oro que reclamar!
Tres datos curiosos sobre los arcoíris
1. Pueden aparecer durante la noche y se les llama “arcos de luna”, se producen cuando los rayos de luz que refleja la Luna “chocan” contra las gotas de agua.
2. Los arcoíris casi nunca se ven a mediodía, es más común que aparezcan en la mañana o en la tarde.
3. Si usas lentes oscuros, ya no podrás ver el arcoíris. Esto se debe a que los lentes polarizados tienen una capa de moléculas que están alineadas de forma vertical, mientras que la luz que se refleja en las gotas de lluvia está alineada horizontalmente.