La Guelaguetza Infantil, que se había suspendido por la pandemia de Covid-19, revivió tras dos años de pausa, aunque no en el auditorio Guelaguetza sino en un nuevo escenario: la Plaza de la Danza.
Los aplausos y algunas risas o gestos de ternura fueron arrancados tan pronto llegó uno de los momentos cumbres del Jarabe del Valle, cuando las pequeñas de la delegación de Chinas Oaxaqueñas con sus faroleros abrieron el espectáculo.

Fue el Colegio del Valle el que fungió como mayordomo de esta edición, la número 18 a cargo de la zona escolar 062 de jardines de niños particulares. A sus alumnos siguieron los de Centro Cultural Totontepecano, con sones de la Sierra mixe. Con la “llevada del guajolote”, se sumaron las y los menores del preescolar Instituto Rodolfo Morales, de Ocotlán de Morelos.
La indumentaria tradicional vistió a los pequeños para la ocasión, en la que los huipiles, las amplias faldas, sombreros, huaraches de piel y rebozos resaltaron. Pero también su ímpetu en los diálogos o intervenciones con que recrearon las costumbres de los pueblos. Así, con esa emoción, llegaron los de Ejutla para animar más la tarde, gracias a un grupo del Colegio Los Ángeles.

Las bolsas de cacahuates y de panes, además de dulces, volaron por los aires, de manos de pequeños y algunos adultos que ayudaron para ofrecer al público lo que se acostumbra durante los Lunes del Cerro en el auditorio Guelaguetza.