En las regiones donde el sol cae a plomo, como en muchos rincones del sur de México, el calor no se combate con aire acondicionado: se vence con lo que da la tierra. Frutas como la piña, el pepino y los cítricos no solo son abundantes, sino que contienen un alto contenido de agua, vitaminas y frescura natural que el cuerpo agradece. Su consumo, sobre todo en forma de jugo, es una tradición refrescante.
Estas frutas, muchas veces cultivadas a escasos kilómetros de donde se consumen, se convierten en auténticos aliados contra la deshidratación. A esto se suma la hierbabuena, una planta humilde pero poderosa, que aporta una sensación de frescor inmediato. ¿El resultado? Un jugo tan ligero como vital, ideal para hidratarse sin perder sabor ni energía.
Ingredientes:
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2 rodajas gruesas de piña fresca
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1 pepino mediano
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10 hojas de hierbabuena (o menta)
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Jugo de 2 limones
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1 taza de agua fría o agua mineral
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Hielo al gusto
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Opcional: 1 cucharadita de miel de agave o azúcar mascabado
Preparación:
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Lava y corta la piña y el pepino en trozos.
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Coloca en la licuadora junto con el jugo de limón, la hierbabuena y el agua.
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Licúa hasta obtener una mezcla homogénea.
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Si prefieres un jugo más claro, puedes colarlo.
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Sirve en un vaso con bastante hielo.
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Decora con una ramita de hierbabuena y una rodaja de limón.
Para un toque aún más refrescante, congela previamente los trozos de piña y prescinde del hielo.
Este jugo no solo calma la sed: revitaliza, enfría desde adentro y se convierte en un pequeño oasis líquido cuando el calor aprieta sin tregua.