La mayoría de los hogares mexicanos tendrán en su mesa pavo, romeritos y el tradicional bacalao a la vizcaína. La cena de Nochebuena es una costumbre que data desde la época de la colonia y de la cual los españoles se apoyaron para terminar las costumbres indígenas.
Cada uno de los platillos que se sirven en una típica cena navideña mexicana tiene una razón que va desde la demostración de la riqueza hasta la devoción religiosa. A continuación, algunos datos que tal vez no sabías de la cena de Nochebuena.
Antes de la llegada de los españoles, el guajolote o pavo se servía sólo a emperadores aztecas y sacerdotes así como a sus círculos cercanos. Se solía acompañar con mole o se cocinaba en la tierra.
Cuando los conquistadores lo llevaron a Europa, se utilizó para sustituir al faisán o el ganso, debido a que era más fácil de criar. Sin embargo en un principio, al ser un ave difícil de conseguir y muy cara, se servía sólo en ocasiones especiales, como Navidad.
En el siglo XVII, durante la Colonia, el guajolote era un símbolo de elegancia y riqueza, que sustituía al pavo real, el cual a su vez en la época Medieval representaba unión, gusto y fortuna.
El relleno del pavo, según algunos recetarios que sirvieron como material de investigación del INAH, debía tener tomillo, pues se cree que la hierba fue utilizada para cubrir el pesebre del niño Jesús.
En un principio, los romeritos se acompañaban con tortitas de ahuautle, la hueva de un mosquito originario del Lago de Texcoco, en vez de las tradicionales tortitas de camarón. Además, esta hierba ya se comía desde tiempos prehispánicos gracias a que era fácil de encontrar y su alto nivel nutricional.
El ponche que se sirve en todas las posadas y en el cual no pueden faltar las cañas, guayabas y tejocotes tiene su origen en Inglaterra. En aquel país, se servía un té con pasas y ron para combatir el frío; en México lo adaptamos con frutas de temporada y uno que otro lo sirve con un chorrito de ron o por qué no, mezcal o tequila.
La costumbre de comer bacalao fue heredada de los españoles, específicamente de los vascos que lo pescaban en el Atlántico y lo conservaban, al igual que los vikingos, con sal. A su llegada a México, la receta se “tropicalizó” y se le agregó jitomate y chile.
Aunque llevamos varios cientos de años comiendo pavo o guajolote en esta fecha, la ensalada de manzana es una de las “novedades” en el menú de la cena navideña, pues la ya tradicional mezcla de manzana con piña, nueces, pasas y crema se sirve desde la década de los 50.