Luego de 450 años de ser pieza fundamental en el desarrollo, evangelización, apoyo social y moral para los oaxaqueños, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús anunció, a través de una misiva fechada a principios de octubre, que hace entrega a la arquidiócesis de Antequera Oaxaca del Templo de la Inmaculada Concepción y abandona la ciudad de Oaxaca de Juárez y su zona metropolitana.
De acuerdo con la explicación ofrecida a los feligreses y al pueblo oaxaqueño en la misiva firmada por Luis Gerardo Moro Madrid, quien fue nombrado Provincial de la Compañía de Jesús en México, en febrero de 2020, dos son las causas para dejar la ciudad: “se debe a que cada vez son menos jesuitas disponibles para atender las obras que queremos llevar a cabo y así servir mejor a la Iglesia en México, sobre todo ante los nuevos retos que enfrenta el país” y “el Espíritu nos invita, hoy por hoy, a fortalecer nuestra presencia en otros lugares donde ya estamos, y también a explorar aquellos sitios donde la Iglesia apenas está comenzando a incursionar, especialmente en procesos de paz”.
Los primeros jesuitas llegaron a Oaxaca entre las cuatro semanas previas a la Navidad de 1574, en el Adviento; “agradecemos a los oaxaqueños en los diversos periodos que hemos estado en la ciudad de Oaxaca”, indica Moro Madrid.
“Con el presente comunicado queremos agradecer a Dios, a la Iglesia y a la sociedad de Oaxaca, y de manera particular, a los fieles del Templo de la Inmaculada Concepción por su cercanía, aprecio y cuidad para con los jesuitas”, indica la carta de agradecimiento y despedida.
“Cada vez somos menos jesuitas para cubrir las obras con las cuales queremos servir a la Iglesia en México y responder a los nuevos desafíos que nos plantea el país. El espíritu nos invita a reforzar otros lugares donde estamos, pero también aquellos destinos donde la Iglesia apenas está incursionando (procesos de paz)”, abunda.
“Una labor inmensa”
En un artículo publicado en un periódico nacional el año pasado, el sacerdote indicaba que “la Compañía despliega una labor inmensa a lo largo del territorio nacional, marcando más de un siglo de dedicación ininterrumpida en sectores sociales, pastorales y educativos”.
Dio visos de por dónde se encaminará la tarea de los jesuitas al indicar que “con más de 40 obras-instituciones distribuidas por todo el país, la Compañía abraza las misiones en zonas indígenas y de alta conflictividad, mostrando un compromiso firme con la justicia social y la dignidad de las personas que más lo necesitan. Desde las universidades, colegios, parroquias y obras sociales, reafirmamos la convicción de trabajar hasta que la dignidad se haga costumbre”.
En su carta a los oaxaqueños se indica que desde el templo de la Inmaculada Concepción “se ha comprometido en el impulso de la fe, buscando ser fieles a la misión del Señor. Las propuestas pastorales han sido siempre buscando el mayor bien del pueblo. Son muchas las vivencias y proyectos nacidos desde este templo, la semilla de Dios seguirá creciendo aún en nuestra ausencia”.
En el mensaje se brinda un agradecimiento al arzobispo, Pedro Vázquez Villalobos, “por su comprensión, cariño y acompañamiento”.

Sobre los jesuitas
La orden de los jesuitas fue fundada por Ignacio de Loyola en 1534, los jesuitas se destacaron por su dedicación a la educación y la evangelización, así como por su habilidad para adaptarse a las culturas locales, como fue el caso de Oaxaca.
Tanto en México como en Oaxaca, uno de sus mayores legados fue la creación de escuelas y centros educativos. Introdujeron nuevas técnicas agrícolas y promovieron cultivos como el trigo y la caña de azúcar. Defendieron los derechos de los pueblos originarios, lo que les valió el respeto y la lealtad de muchos.
En 1767, el rey Carlos III de España ordenó su expulsión, una decisión influenciada por tensiones políticas y económicas y por la rivalidad entre órdenes religiosas.
El sacerdote jesuita explicó que, para la Compañía, “es de suma importancia enfrentar y responder a la realidad que nos rodea, un desafío que nos motiva. Por tanto, asumimos la responsabilidad de cultivar en nuestro estudiantado una conciencia social activa, bajo el lema “La verdad nos hará libres”.
Este llamado nos insta a superar la polarización y el conflicto. Como jesuitas y guiados por las enseñanzas del Evangelio, anhelamos que la paz florezca como resultado de una justicia genuina, fortalecidos por la buena nueva del nacimiento de Cristo, con el compromiso constante de en todo amar y servir.
La carta del arzobispo
“Hoy les damos las gracias por todos los beneficios que recibimos de la Compañía de Jesús, al ver anunciado el Evangelio; damos testimonio de su sabiduría discreta y serena, estamos agradecidos por su presencia entre nosotros y haber formado juntos un solo cuerpo”, respondió el arzobispo Pedro Vázquez Villalobos al anuncio del retiro de los jesuitas de la ciudad de Oaxaca.
El sacerdote elogió y agradeció “la grandeza, bondad y la presencia de nuestros hermanos Jesuitas en Oaxaca; reciban nuestra gratitud en este tiempo que han tomado la decisión de concluir su misión en la arquidiócesis de Antequera Oaxaca”, indicó.

Sistema educativo jesuita
Los jesuitas promovieron un sistema educativo fuerte y fortalecido con lectura, idiomas, así como la licenciatura, lo que los actuales modelos educativos olvidaron.
El padre Arturo Reynoso, dijo que esta corriente religiosa católica, daba en sus comienzos cursos de gramática en latín y sin este aprendizaje, no se podían estudiar algunas licenciaturas.
Dijo que por lo menos debían estudiar 3 años de latín y, posteriormente, venían estudios de humanidades que era poesía, historia y retórica, aunado al arte del saber hablar y transmitir para llegar a la dialéctica.
Mientras tanto, antes de los estudios fuertes, el alumno tenía que aprender un idioma, saber leer, hablar-argumentar y expresarse con un lenguaje bien elaborado.
El último día
El superior de los Jesuitas aquí en Oaxaca, P. Rafael Aguayo, S.J., comparte que “la decisión de entrega del templo de la Compañía (Inmaculada Concepción) corresponde a la misión actual: ‘El Servicio de la Fe y la Promoción de la Justicia’, donde los jesuitas responden a los desafíos actuales que vivimos”. Nos vamos, señala el padre Rafael, “con el corazón triste, cuesta despedirse, intentamos ser fieles a saber responder a las necesidades del mundo actual. Seguiremos hasta el 20 de diciembre de este año. Una petición para los fieles: No nos dejen solos en este corto tiempo… Aún faltan momentos de agradecimiento de nuestra parte para ustedes —una comunidad de fieles que busca un encuentro con el Dios de la vida—. Gracias infinitas a todas las personas que son parte de esta historia entre ustedes y la Compañía de Jesús”.