Javier Montiel nació en Santo Domingo Ingenio, una tierra que hasta los inicios del actual milenio emanaba el olor a caña y se impregnaba con el aroma y el sabor a azúcar. Nació también en una familia donde la dulzura y alegría se palpaban por igual en las canciones interpretadas a manera de pasatiempo. Pero lejos del entretenimiento y las clases compartidas con su padre, Porfirio Montiel, Javier se decidió por un camino para el que, explica, es necesaria mucha resistencia, paciencia y competencia.
Aun con la negativa inicial de su familia, el cantautor oaxaqueño se encaminó en una vida donde la migración ha sido clave para hacerse de oportunidades. Ahora lleva 30 años en él, pero con más firmeza que nunca, ahonda.
Próximo a publicar su disco número 12, Montiel reflexiona sobre el oficio de cantautor, de una carrera en la que, reconoce, lleva pocos años recogiendo los frutos de lo que se ha sembrado. Cual cosecha de caña, sabe que es necesario aportar más si lo que se busca es dejar huella. Y así lo ha hecho, prueba de ello es la inclusión del zapoteco en su canto, del idioma que comparten varios pueblos de su región Istmo de Tehuantepec, pero que él aprendió siendo ya un adulto.
2019 es, según decisión de la Organización de las Naciones Unidas, el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, pero a “nuestro zapoteco”, dice Montiel, “lo defiendo como un idioma que fue muy fuerte”. Y aunque generaciones como las de él ya no lo hayan tenido como lengua materna, es necesario rescatarlo. Él se volvió consciente de esa necesidad hace aproximadamente 15 años, pero espera que otras personas más sepan “lo importante que es no perder las raíces de nuestro estado”.
Con su voz y música, Montiel se ha convertido en un embajador de esa lengua de sus padres y abuelos, y ahora propia. En temas como Urge, de Martín Urieta, ha dejado que su voz impregne otro sabor, el del zapoteco, el de Oaxaca.
“Es lo que llevamos, cultura oaxaqueña dentro y fuera de México”, explica quién lo mismo ha cantado en escenarios de su estado como en Ciudad de México y Nuevo León, o en Estados Unidos.
“Esta es una carrera de mucha resistencia, de mucha paciencia, porque está muy competida la carrera artística. Hay que buscar y cuando me preguntan los muchachos del pueblo o de nuestra zona cómo le tiene que hacer uno para llegar a estos niveles o estados que ellos ven como fama, digo que hay que tener mucha paciencia, hay que insistir mucho y a veces emigrar”.
Así pasó con él, que emigró en 1988, cuando era un joven de aproximadamente 18 años. “Pero nos vamos y nunca olvidamos nuestra tierra, al contrario, aprendemos más a extrañarla, a quererla, a valorar”.
“Los que estamos en este medio, de escribir canciones, de tocar un instrumento o cantar, tenemos ese sueño de dejar huella”, agrega.
UN DISCO DE AÑORANZAS, DE VIVENCIAS
Sin nombre por definir, Javier alista la publicación de su más reciente disco, en el que apuesta por su faceta de compositor, que ya ha dejado ver en producciones previas.
Hasta antes de este, ha grabado álbumes a manera de homenaje a cantautores como Álvaro Carrillo o José José. Además de otros (como Oaxaca romántico) en los que ha incluido canciones como El feo, de Demetrio López López, además de algunas propios y de autores varios, entre ellos César López.
En el que está próximo a lanzar, el número 12, canta acompañado del Trío Amanecer, de Oaxaca.
La añoranza por su pueblo, que ha reconocido como una que se fortalece ante la lejanía, es parte de lo que plasma en sus nuevos temas. En el álbum compartirá canciones en las que recrea las vivencias o historias de su pueblo. “Son historias que por estar tan lejos te llega un sentimiento de soledad, de lejanía, de añoranza al pueblo. Cada canción es una historia de vida”.
Entre los temas que incluye en el álbum están: Baila, baila, mi amor, La traición y Me recordarán.
Exponente de la música romántica y de los boleros, Montiel los asocia con el sentimiento humano. “El ser humano, por naturaleza, emana amor”, explica. Y aunque sabe que son temas que en la actualidad han sido desplazados por otros géneros, especialmente entre oyentes de nuevas generaciones, sabe que algún día serán parte de quienes ahora escuchan música grupera o de reggaetón.
“En algún momento van a caer aquí con nosotros”, subraya. “Es cuestión de esperarlo, poco a poco van a llegar al romanticismo”.