Los 26 yacimientos, de los que aproximadamente la mitad eran desconocidos para los arqueólogos, son un ejemplo más de que la región amazónica albergaba grandes asentamientos de larga duración y complejas sociedades antiguas antes de que la invasión española diezmara el continente americano.
“Nuestros resultados dejan de lado los argumentos de que la Amazonia occidental estaba escasamente poblada en tiempos prehispánicos” y enriquecen las pruebas existentes de que la cultura Casarabe tenía un “sistema de asentamiento altamente integrado, continuo y denso”, escriben el arqueólogo Heiko Prümers, del Instituto Arqueológico Alemán, y sus colegas en un nuevo estudio.
Prümers hizo una referencia al viejo proverbio que afirma que no hay más ciego que el que no quiere ver. “Es un mito creado por los europeos que realmente hablaban de una selva y de vastas regiones no tocadas por los humanos”, dice. “Así que mucha gente no quería ver que aquí había yacimientos arqueológicos que merecían ser explorados”.
“Estoy seguro de que en los próximos 10 o 20 años veremos muchas de estas ciudades, y algunas incluso más grandes que las que presentamos en nuestro trabajo”, añade.
Tecnología LiDAR
Para escudriñar bajo el manto forestal, el equipo encabezado por Prümers, usó la tecnología LiDAR (Ligth Detection And Ranging), que emplea un escáner láser aerotransportado para obtener un mapa en 3D del terreno.
El equipo, que publica su estudio en Nature, pudo documentar en detalle dos grandes asentamientos ya conocidos, pero no explorados, Cotoca y Landívar, y otros 24 sitios más pequeños, solo de 15 se sabía de su existencia, todos ellos en Llanos de los Mojos (sureste de Bolivia).
Cultura Casarabe
El uso de LiDAR, que permite “hacer desaparecer la vegetación”, llevó a identificar terrazas o lomas artificiales de cinco metros de altura y hasta 22 hectáreas (30 campos de fútbol), sobre las que había estructuras cívico-ceremoniales en forma de U y pirámides cónicas de hasta 21 metros de altura, como en Cotoca.
La cultura Casarabe, también conocida como la región de los montículos monumentales, se desarrolló entre los años 500 y 1400 de nuestra era, en el suroeste de Llanos de los Mojos, una zona de parches de sabana y bosque tropical.
Todavía una gran desconocida, hoy se sabe que “es la más compleja de toda la Amazonía”, explicó a Efe el arqueólogo y firmante de la investigación José Iriarte, de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Hasta el momento, lo que se conoce de Casarabe procede de veinte años de excavaciones en Loma Salvatierra y Loma Mendoza (ambas en los Llanos de Mojos), donde entre otros materiales, se han encontrado restos de 120 enterramientos.
Iriarte resume que eran agricultores y el maíz era su alimento más importante, aunque también cultivaban tubérculos, como la mandioca o el ñame, y algodón.
Paisaje con un “contraste estacional”
Esta cultura se desarrolló en un paisaje con un “contraste estacional grandísimo”, con más de cuatro meses de sequía, que durante el periodo seco resquebrajaba la arcilla con la que hacían sus construcciones, pero en la estación lluviosa la sabana estaba cubierta de una capa de agua.
El arqueólogo destacó que invirtieron “muchísimo en manejar ese ambiente con la construcción de terraplenes y canales” para aprovechar el agua y plantar en un suelo que era “especialmente rico” por la gran cantidad de sedimentos depositados durante el Holoceno medio.
“De lo que se tiene mapeado, y solo es una pequeña parte de lo que se ve, hay mil kilómetros de canales y terraplenes”, señaló Iriarte, quien en sus 20 años de trabajo en la Amazonía ha contribuido con estudios de arqueobotánica, los cuales indican que el bosque no declinó, aunque se pudiera pensar que una cultura de este tipo haría grandes talas.
“Urbanismo temprano tropical”
La cultura Casarabe “encaja en el urbanismo temprano tropical de baja densidad”, que también existía en lugares del sudeste asiático, Sri Lanka o Centroamérica, lo que deja de lado la idea que la Amazonía occidental estaba escasamente poblada en la época prehispánica, indica el estudio.
La investigación se centra especialmente en Cotoca y Landívar, que eran los principales centros de una red de asentamientos regionales conectados por calzadas aún visibles que irradian desde estos sitios a lo largo de varios kilómetros, escriben los autores.
El trabajo arqueológico apenas empieza
Ninguno de los dos ha sido todavía excavado y ahora, gracias al LiDAR, han descubierto “su magnitud”, de la que es difícil hacerse una idea con los métodos tradicionales de observación debido a la densidad del bosque, según Iriarte.
Los investigadores subrayan que, a pesar de toda la euforia por los mapas de los yacimientos y las posibilidades que ofrecen para reinterpretar los asentamientos en su entorno geográfico, el verdadero trabajo arqueológico no ha hecho más que empezar. El objetivo para el futuro, dicen, es comprender cómo funcionaban estos grandes centros regionales.
“El tiempo se agota porque la expansión de la agricultura mecánica está destruyendo una estructura precolombina cada mes en la región de los Llanos de Mojos, incluyendo montículos, canales y calzadas”, dice Carla Jaimes Betancourt de la Universidad de Bonn. En este sentido, continúa Betancourt, LiDAR no solo es una herramienta para documentar los sitios arqueológicos, sino también para planificar y preservar el impresionante patrimonio cultural de los pueblos indígenas de la Amazonia.
Pirámides de hasta 21 metros de altura
Los arqueólogos han visto la existencia de un tipo de arquitectura que califican de cívico-ceremonial, con pirámides de hasta 21 metros de altura sobre las plataformas artificiales, “ya no son los pequeños montículos de Loma Salvatierra”, y todos los elementos están interconectados.
Estos lugares están rodeados por muros y en los puntos donde se juntan los caminos de entrada hay pequeños montículos, que “serían como puestos de control, por lo que pensamos que deberían tener algún tipo de restricción de acceso”, comenta el arqueólogo.
Sitios como Cotoca se consideran que eran de uso ceremonial, pero no ocasional, sino que “probablemente vivía población durante buena parte del año”, al igual que en los muros circundantes, pues se han encontrado zonas que podrían ser basureros.
La orientación de los edificios en Cotoca y Landívar coincide con la observada en los 120 enterramientos recuperados en Loma Mendoza, lo que sugeriría algún motivo religioso, aunque “por ahora es especulación”.
Es mucho lo que aún queda por explorar y aprender, insiste Iriarte, quien describe la Amazonía como “la última frontera de la arqueología”.