“Somos de maíz, del bendito maíz”, aquel que se emplea para el chichilo colorado o el pletatamal, pero también el que da forma a las tortillas y clayudas con que se acompañan otros alimentos. Para la cronista y docente Virginia Ruiz Medina el maíz ha sido un vínculo entre las diversas culturas de Oaxaca, dos de las cuales han conformado la identidad de su natal Santa Cruz Xoxocotlán. Esa identidad de un pueblo es lo que la ha motivado a escribir un nuevo libro sobre la gastronomía xoxeña, en la que también hay elementos nuevos o fusiones, pero en la que se mantienen la historia agricultora de la comunidad y sus fiestas religiosas.
Ruiz Medina publicó recientemente “La comida indígena y mestiza Mixteco zapoteca de Xoxocotlán”, el libro que sucede al primero titulado “De Xoxo para los paladares del mundo” (2018). Fue el pasado 30 de octubre cuando el nuevo ejemplar se presentó en el centro de Xoxocotlán, en donde compartió esta investigación nutrida también de recetas y de personas que mantienen la tradición familiar. Entre ellas las cocineras tradicionales de las nuevas generaciones.
“Xoxocotlán forma parte de los Valles Centrales y en esta región están muy definidas las etnias, unos somos mixtecos, otros zapotecas y existen otras etnias más alejadas, pero sí se fusionaron algunos guisos y sabores. Y lo que se rescató en el pueblo son las comidas más sobresalientes que son a base de maíz, como es el chichilo colorado”, cuenta la cronista de este municipio sobre algunas de las recetas y alimentos descritos en sus dos libros.

En el nuevo se enfoca en las comidas de origen mixteco y zapoteco que se siguen elaborando en la población en diversas ocasiones y que en los últimos años también han cambiado un poco en su preparación, pero que algunas personas también mantienen con las recetas más antiguas aprendidas de sus abuelas y madres, y que incluso se remontan a lo preparado por las tatarabuelas.
“Tenemos guisos de diario, tenemos guisos para cada fiesta, para cada gasto que hay en la casa, por ejemplo, el chichilo colorado se da en la víspera de alguna fiesta grande, ya sea social o religiosa”, detalla en entrevista acerca de uno de los varios platillos reunidos en este volumen.
Las recetas incluidas en el libro son del pueblo, remarca la cronista sobre un patrimonio colectivo que busca mantener y dar a conocer para su preservación. “También rescatamos y vienen en este libro dos postres: uno se llama majablanco y el otro, sopa de borracho”. Del majablanco cuenta que es parecido al nicuatole.
La barbacoa, los moles, el estofado, el guisado de frutas criollas y que también se conoce como platillo de segundo día de fandango se reúnen en el libro. Además de las bebidas refrescantes, entre ellas el agua de zapote negro que se puede combinar con jugo de naranja, jerez o vino y el calabazate, un agua hecha con calabaza támala y que se parece a la chilacayota.
Este y el anterior libro son resultado de varios años de investigación y de promoción de la gastronomía por parte de la docente, quien también espera concretar otro volumen con la amplia gastronomía de su comunidad.