¿Cuáles son los sueños de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca? ¿Con qué sueña esta agrupación que ha cumplido más de 30 años de existencia y que hoy, de las manos del músico oaxaqueño Faustino Díaz replantea su andar? ¿Sueña con que, de verdad, gran parte de los oaxaqueños de las ocho regiones la puedan escuchar? ¿Sueña con recorrer los municipios en donde es aún anónima? ¿Sueña con que sus integrantes superen las condiciones laborales adversas que enfrentan y con convertirse en un referente nacional? ¿Sueña con un repertorio que represente cada vez retos más fuertes? ¿Sueña con un estado en el que la cultura y el arte cuenten con salas, foros, auditorios y públicos suficientes para ellos y para la eterna diversidad acotada que coexiste en este estado?
En 30 años, la Orquesta ha conocido poco, muy poco el lugar que la resguarda. Ha tocado, quizá, en 30 municipios del estado. Su recinto principal, casi único, ha sido el Teatro Macedonio Alcalá, que hoy ve recobrado el interés de las personas por escucharla. Sus integrantes, media centena de músicos, viven entre la incertidumbre laboral, bajos salarios, sin siquiera un espacio fijo para ensayar y, aún, con recuerdos del autoritarismo monárquico que establecieron un sinfín de gobernantes, para quienes la orquesta significó un grupo de músicos a los que se podía mandar a tocar en los quince años de la hija de algún funcionario público.
Desde febrero de 2025, Faustino Díaz se convirtió en el director de esta orquesta. Ha pasado más de una década desde que ganó el concurso internacional del trombón -el Mundial de este instrumento- y desde entonces amplió su trayectoria como instrumentista de sinfónicas como las de Zúrich y Daegu, Corea del Sur. En México, se convirtió en el trombonista principal de la Orquesta del Estado de México, hizo su primera incursión como director de orquesta en Campeche y hoy busca que los sueños de la OSO se constituyan en una realidad digna para el arte musical de Oaxaca.
-¿Por dónde empieza este proyecto? -se le pregunta. La respuesta es directa: por nuestro compromiso. La mejora, afirma, depende de que el Gobierno del Estado escuche nuestro proyecto y para que nos escuche queremos entregar resultados. “Lo primero que debemos hacer es elevar el nivel musical de la Orquesta para decir, ¿ya viste? Ahora sonamos así, estamos haciendo nuestro trabajo. Ahora te toca a ti. No podemos anteponer ningún interés que no sea el musical. Nos debemos a la música”, enfatiza.
Desde el inicio, Díaz ha encontrado circunstancias adversas que enfrenta la OSO. El principal, el hecho de que la mitad de los integrantes se encuentra en una situación de incertidumbre laboral prolongada, con contratos indefinidos y sin derechos laborales mínimos. Los sueldos están lejos de los que otorgan las mejores orquestas del país. En el Estado de México el sueldo oscila entre los 25 mil y los 30 mil pesos. En promedio, en Oaxaca ganan 11 mil pesos mensuales, insuficientes para que sea éste su único empleo. La aspiración es que ese promedio se eleve a 15 mil o 20 mil pesos. A partir de ahí, empiezan nuevos retos.
“Si ahorita ganamos poco, no importa, es lo que tenemos. Vamos a tener que elevar el nivel musical de la orquesta, sí o sí. Desde el primer concierto de la Orquesta se puso las pilas y está sonando muy bien”, explica.
Oaxaca más allá del zócalo
Para la Orquesta surgen además preguntas desde las latitudes donde se encuentra una verdadera mayoría de la población de un estado en el que las opciones de encuentro con el arte, en general, son muy bajas. ¿En cuántos municipios se ha presentado la Orquesta en 30 años? Quizá 30. Quizá un poco más. La amplia mayoría de la población no ha podido conocer esta agrupación directamente. Díaz refiere nuevamente las mejores prácticas de una orquesta como la del Estado de México, “la única en este país que cumple su función de orquesta de estado”.
¿Qué se necesita para que haya conciertos en Huautla de Jiménez, en Loma Bonita, en San Melchor Betaza, en Salina Cruz? Condiciones.
“¿Qué hace la orquesta del Estado de México? Toca los viernes en la sala Felipe Villanueva a las 8 de la noche y los fines de semana, sábado o domingo, sale a un municipio Texcoco, Naucalpan, Tlalnepantla, cada domingo cambia el municipio. Cuesta dinero, pero el Estado de México lo entiende”.
“Entiendo que podría ser pesado mover a la orquesta cada ocho días. Lo que puedo proponer es que en febrero comience la temporada, no en el teatro. Montar un programa agradable para el público de los pueblos. Un concierto amable, con valses, alguna sinfonía de Mozart, cortita, para que puedan apreciar las cuerdas, un concierto de una hora y media. Ese concierto, replicarlo en febrero en 15 o 20 municipios. Hacer una presentación diaria, en una semana tocar en Valles, la siguiente en la Cañada, la Mixteca. Así, ya todo el mes de febrero estuvimos en municipios, a partir de marzo ya será la temporada hasta diciembre en el Alcalá, pero ya cumplimos la función de estado, que sí es importante y deberíamos hacerlo, pero es pesado. Al estado le va a costar dinero, pero mira, con los 12 millones que le pagaron a Julión por dos horas, con eso lo podríamos hacer”, señala.
Díaz puntualiza que es necesario replantear la narrativa oficial que asume que hacer un concierto multitudinario en el zócalo de la ciudad de Oaxaca es equivalente a promover una actividad cultural para todo el estado.
“No pueden decir que, por ejemplo, un concierto de Julión o de Los Ángeles Azules beneficia a todo el estado, porque eso es imposible. ¿Cuánta gente de la Cañada va a venir al concierto de Julión? ¿Cuánta gente de la Mixteca? Incluso cuánta gente de la ciudad puede entrar. Ni siquiera es un gran escenario. En cambio, 12 millones se pueden ocupar para hacer eso, para hacer una gira anual de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca o de la Banda del Estado. Repartirse, presentar programas muy bonitos para el público y para que así el público de los municipios diga, ‘ah, esto es la Sinfónica del Estado de Oaxaca’”.
La Orquesta Sinfónica de Oaxaca finalizó ayer su primera temporada bajo la dirección de Díaz. Para este concierto presentaron la primera sinfonía de Dimitri Shostakóvich, una pieza que se ha tocado quizá una sola vez en Oaxaca, con un lenguaje complejo, a través del cual se podrá demostrar el nivel musical que ha alcanzado, un punto de inicio para luchar por los sueños de la Orquesta.
Texto: Alonso Pérez Avendaño