El Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) y la Facultad de Música (FaM) de la UNAM formalizaron el pasado 6 de noviembre la conformación de la Banda de Músicos de Becarios y Becarias, quienes son beneficiarios del Sistema de Becas para Estudiantes de Pueblos Indígenas y Afromexicanos (SBEIA) de dicho Programa.
Carolina Sánchez García, titular del PUIC, refiere que el proyecto tiene como objetivo promover y preservar la cultura de la música regional, destacando y revalorizando los procesos identitarios que caracterizan a los integrantes de la Banda, conformada por 25 alumnos que estudian en la Facultad de Música de la UNAM. No obstante, son un total de 45 músicos quienes en la actualidad se benefician del Programa.
Zapotecos, mixes y nahuas entre los beneficiados
Las y los estudiantes indígenas y afrodescendientes son originarios de pueblos zapotecos, mixes y nahuas del estado de Oaxaca, por lo que cuentan con una estrecha conexión cultural con la música. Crecer en estos entornos también les permitió adquirir conocimientos musicales desde la niñez, incluso antes de ingresar a la Facultad de Música. Actualmente dominan instrumentos como el saxofón, clarinete, trombón, tuba, percusiones, trompeta y flauta.
“Contar con una banda de músicos indígenas y afrodescendiente demuestra que la UNAM está a la vanguardia en este ámbito. A través de esta agrupación, la Universidad acerca a su comunidad la riqueza pluricultural del país y la visibiliza tanto dentro como fuera de sus espacios, expresada por medio de la música”, destaca.
Dos becarios del programa del PUIC, estudiantes del tercer semestre de la Facultad de Música, relatan, en entrevista, sus historias de vida y cómo han estado marcados por la música desde la infancia, lo que les ha permitido cumplir el sueño de estudiar de dicha entidad de la UNAM, donde ahora se forman como profesionistas.
Sartenes y cubetas, sus primeros instrumentos
Fredy Oswaldo Policarpo Hernández, de 24 años, comenzó a interesarse por la música desde que tenía seis, cuando tomaba, a escondidas de su madre, los sartenes, cubetas y ollas, y simulaba tocar alguna canción representativa de la comunidad San Miguel del Valle, Oaxaca, de donde es originario.
Desde esa edad cuidaba borregos en su casa y recuerda que siempre había canciones en su pensamiento, pero era justo en ese momento cuando a su mente venía la misma pregunta una y otra vez, “¿algún día podré ser músico?”
Ante su gran entusiasmo y persistencia por aprender música recibió el apoyo de sus padres, quienes lo inscribieron en una “Escoleta”, espacios en su comunidad que son centros educativos públicos, donde por primera vez tomó clases con un maestro.
Posteriormente, a los ocho años se inscribió en el Centro de Integración Social núm. 8, de la comunidad de San Bartolomé Zoogocho, donde permaneció varios años para obtener más conocimiento musical. Ahí el primer instrumento que tocó fue la percusión, que hizo sonar durante un lustro.
A los 15 años inició clases de trompeta, pues llamó su atención por ser un instrumento que se puede escuchar en diferentes géneros musicales, como mariachi o salsa. “Pensaba que al saber tocarla, tendría la oportunidad de trabajar en muchos lugares”.
En el internado, Fredy Oswaldo Policarpo conoció a exalumnos de esa institución, quienes le hablaron de que en la UNAM se podía tener una preparación profesional y lo animaron a hacer el examen para entrar a la FaM.
“Me enfrenté a muchos retos, principalmente económicos, al desconocer cómo haría para pagar una renta, comidas y pasajes; también me arriesgué por mi pasión y dejé a mi gente y a mi comunidad, pero la beca del PUIC me ha ayudado a solventar algunos de esos gastos y me siento muy orgulloso de estar aquí”, comenta.
Aunado a ello, “estar con mis compañeros, que son del mismo estado que yo, me hace sentir acompañado. Me gustaría seguir aprendiendo de mis maestros de la FaM para transmitirles ese conocimiento a otros niños y jóvenes originarios de estados indígenas que les guste la música”.
En busca de un sueño
Obed Isaí Marcial Ramírez, de 27 años, estudia la licenciatura de instrumentista en saxofón y es originario del pueblo zapoteco, Santo Domingo Xagacía, estado de Oaxaca.
“El amor por la música nació a los 18 años, porque mi madre me inscribió a clases de música como entretenimiento, pero ahí descubrí que era bueno para tocar y que me gustaba. Un profesor se percató de ello y me sugirió que le diera importancia al talento que él observó en mí”, refiere.
Marcial Ramírez dice que “el profesor me recomendó que intentara entrar a la Facultad de Música, por ser la mejor instancia donde podía formarme profesionalmente, y debido a la falta de oportunidades en mi comunidad para poder profesionalizarme en la música, decidí prepararme para entrar a la UNAM”.
Hace ya cinco años forma parte de la Banda de Músicos de Becarios y Becarias: “Toco el saxofón; toda la familia de saxofones como el soprano, tenor, barítono y muchos más. Considero que el instrumento te elige a ti, pues a mi parecer está relacionado con la personalidad, es una conexión que se siente”.
Es un privilegio pertenecer a la UNAM
A consideración del joven, pertenecer a la UNAM y al PUIC es un privilegio, después de venir de Oaxaca, “que implica un gran esfuerzo como dejar a mi familia, estar en un lugar donde no conozco a nadie, mucha dedicación, pero es muy gratificante y emocionante”, agrega.
Pese a que en su familia hay guitarristas y bateristas, “soy el primero que decidió estudiar la carrera profesional. Me enorgullece salir de mi casa todos los días hacia la escuela, con el instrumento en la espalda y pensar que seré músico”.
Con infomación de GACETA UNAM