Antiguamente los campesinos asistían a las procesiones que se hacían en la Catedral e iban acompañados con sus mulas. las cuales cargaban lo mejor de sus cosechas para ofrecérselas a Dios como señal de agradecimiento.
Un día un sacerdote pidió una señal en esa procesión para saber si Dios se manifestaba dentro de ella y fue justo un jueves de corpus donde las mulas que acompañaban a estos campesinos se arrodillaron frente a sus ojos.
Así nació la tradición de hacer figuritas de burritos/mulas con hoja de plátano y para apoyar a estos campesinos con un alimento, las monjas comenzaron a regalarles empanadas para aguantar las largas jornadas de procesiones.
Y así nació la tradición de ver puestos con empanadas de lechecilla, piña y coco por las calles de la Ciudad de Oaxaca.
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