Con la reapertura de la sala adscrita al Programa Nacional de Salas de Lectura y la presentación del libro “La lechuga que quería ser un pan”, este jueves inició la edición 14 del festival Abasto de Letras, que promueve la sociedad civil de la ciudad de Oaxaca y concluirá el 30 de noviembre.
Martha Acevedo, impulsora de una de las primeras salas de lectura de la ciudad y estado que se incorporó a este sistema federal, habló sobre la sala que creó hace 24 años en la Central de Abasto, misma que también operó en la calle de Marcos Pérez, colonia Figueroa, y ahora se localiza en calzada Madero 220, en el barrio del Marquesado. Asimismo, sobre el festival que junto con el escritor y editor Alejandro Aparicio ha promovido en el Mercado de Abasto y otros lugares de la ciudad, pero que también inició con los poetas Óscar Tanat y Jesús Rito.
La sala, cuenta la comerciante Martha, surgió como una manera de acercar los libros y las actividades culturales al mayor mercado de la ciudad, donde la necesidad de trabajar impedía que las familias pudieran acudir a otros sitios para su esparcimiento y desarrollo. Talleres de lectura, presencia de cuenta cuentos y otras fueron las primeras actividades realizadas en ese espacio que dio origen al festival Abasto de Letras, a propuesta de los escritores que colaboraban con Acevedo.

Aquellos talleres, conciertos, obras de teatro y demás actividades conformaron el festival que sigue efectuando cada año en colaboración con el escritor Alejandro Aparicio y que en estos días tiene como sedes el atrio del templo del Ex Marquesado, las instalaciones de Lazos Oaxaqueños en la calzada Madero, la Biblioteca Pública Central Margarita Maza, entre otras que se pueden consultar en la página de Facebook del festival.
Mantener la sala de lectura, explica Martha, ha sido un reto, pues aunque tiene el respaldo del Programa Nacional de Salas de Lectura para dotarse de un acervo, el buscar y operar las instalaciones es por cuenta propia o de sus colaboradores. Es por eso que en la Central de Abasto tuvo como sede un espacio que le prestaron para tal fin, pero que debió desocupar hace unos años. Fue así que encontró un espacio en renta en la calle de Marcos Pérez en 2019. Sin embargo, el aumento en la renta puso en pausa la iniciativa hasta encontrar una nueva sede en la calzada Madero.
Hacer que funcione una sala de lectura es una labor “totalmente altruista”, explica la comerciante sobre la iniciativa que primero encontró resistencia de algunos locatarios, pero que después fue apoyada, al igual que el festival Abasto de Letras que se desarrolló por varios años en el mercado y posteriormente emigró a otros mercados o espacios públicos de la ciudad.