Beatriz de León une el periodismo y la ficción
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Arte y Cultura

Beatriz de León une el periodismo y la ficción

Beatriz narra la historia de Sandra Dávalos, una reportera que acude a la casa, tras enterarse que la policía ha encontrado el esqueleto de un niño


Beatriz de León, escritora y periodista.
Beatriz de León, escritora y periodista.

La desaparición de un ser querido es una herida que nunca cierra. Pero ¿cuál es el verdadero significado de desaparecer en México? La búsqueda incansable, la lenta agonía, la incertidumbre, la destrucción familiar, el alcoholismo, el abandono y el dolor.

Los personajes de la novela Cobalto 43 (Nitro Press), de la escritora y periodista Beatriz de León, siguen este proceso ante la desaparición de Mateo, “un niño que no alcanzó a vivir, al que le gustaba el futbol y los caballos, y que siempre traía su sombrero”. Eso es todo lo que su familia recuerda de él.

Fue muy difícil abordar este tema desde la ficción. De hecho, lo comencé por el lado del periodismo y la academia. Fue el proyecto de investigación en mi maestría. Pero finalmente quise acercarme a esta realidad de otra forma, desde la emoción y los sentimientos, ir más allá de las cifras frías”, comenta la narradora regia en entrevista.

 

A partir de 2010, empecé a ver cómo los casos de desaparecidos se multiplicaban en el país. Me interesó seguir el fenómeno. Entrevisté a especialistas, a varias madres. Eran como las fosas, entre más rascaba más casos salían y parecía que no tenían fondo.

 

Descubrí que el dolor también se hereda. Que diversas generaciones se afectan, su vida se desgarra. Y lo peor es que, a veces, la justicia nunca llega, no vuelves a ver a tu familiar desaparecido. ¿Cómo vives con ese dolor?”, se pregunta.

Explorando el género negro, la comunicóloga narra la historia de Sandra Dávalos, una reportera independiente que acude a la casa ubicada en Cobalto 43, tras enterarse que la policía ha encontrado el esqueleto de un niño.

Ella tiene una corazonada: que ese montículo de huesos pertenezca a Mateo, su primo desaparecido décadas atrás, pues el domicilio se localiza a pocos metros de donde ella creció. Y recuerda que, siendo una niña, le prometió a su tía encontrarlo”, explica De León.

 

Cobalto 43 (Nitro Press), de la escritora Beatriz de León, sigue este proceso ante la desaparición del niño Mateo.

 

La egresada del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del INBA construye la historia de Mateo a partir de la fuerza y la empatía de los personajes femeninos: la madre del niño, la periodista, la forense, las vecinas. “Nosotras ponemos el toque sensible a la realidad”, considera.

La madre se imagina a Mateo como el hijo perfecto, que sería buen estudiante, la Navidad giraría en torno a él, que le iría muy bien en la vida. Quienes pierden un hijo lo idealizan y eso genera que nunca llenen ese vacío.

 

Una de las partes más duras, tal vez la peor, es la de la forense, cuya tarea se detalla en el capítulo Días sin sol. Te describe, a partir de una autopsia, qué pasó con el niño, qué daños presenta. Eso es terrible. En la novela no especifico qué le hicieron los secuestradores. Lo dejo a la interpretación del lector”, advierte.

El personaje Simón, hermano menor de Mateo, es importante porque siente dolor contra un desaparecido al que no recuerda bien, porque él era un bebé. “Es un ejemplo de quienes no vivieron la pérdida, pero heredaron el dolor de ver cómo se destruyó la familia, cómo empezaron los problemas de alcoholismo y el abandono”.

La maestra en Periodismo Político combinó este oficio con el ambiente policiaco. “Vi que varios casos de desaparición parecían ficción, pues la violencia era apabullante; pero la realidad siempre es más terrible.

Por eso quise ponerles rostro a los casos, destacar el lado humano, lo que no te da el periodismo, decir lo que pensaban los afectados. Apostar por la emoción, no por el dato. Aplicar las técnicas periodísticas a la literatura, pero con adjetivos y descripciones. Cuento la historia de manera vertiginosa, está escrita de forma cinematográfica”, añade.

 

Es una novela con mucho dolor y rabia”, dice la autora. “Como lo que sienten las víctimas en la vida real. Las desapariciones nos han robado la tranquilidad, nuestro espacio y nuestra seguridad. Los niños ya no salen a jugar a la calle, la inseguridad nos ha quitado mucha libertad”, afirma.

Confiesa que se quedó con mucho material de sus investigaciones sobre casos de secuestro, pero aún no sabe si seguirá con el tema. “Es muy fuerte. Quisiera explorar otros tópicos y descansar anímicamente. Estoy trabajando algunos cuentos”, concluye.


aa

 

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