Adán Paredes se mira en un "espejo de barro"
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Arte y Cultura

Adán Paredes se mira en un “espejo de barro”

35 años como un trabajador de la tierra, los cuales empieza desde su profesión como arqueólogo, son celebrados en una exposición que recorre sus etapas artísticas


Hace más de tres décadas, Adán Paredes (Ciudad de México, 1961), le preguntaba a su profesor Hugo Velázquez qué se necesitaba para ser ceramista o un trabajador del barro. La respuesta que recibió fue: Adán, tienes que vivir de eso. Al escuchar estas palabras, el entonces profesional de la arqueología y empleado en varios proyectos de excavación comprendió que si seguía por el camino del barro algún día podría hacer piezas para vender. Pero antes tenía que decidirse entre tener un sueldo “seguro” y una posible base como empleado del Instituto Nacional de Antropología o lanzarse a la aventura con la tierra, el aire, el fuego y el agua, indispensables para dar vida a las piezas de alfarería y cerámica.

“Ahora vivimos de eso, a veces tenemos proyectos, a veces no”, expresa el formado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y que en este mes celebra 35 años de trayectoria como ceramista y escultor, a través de la exposición Espejo de barro, reflejos del tiempo.

En la muestra, que del 20 de julio y hasta mediados de octubre presenta en el Centro Cultural San Pablo, Paredes recorre las diferentes etapas de su labor como ceramista y escultor, a través de piezas en formatos pequeños, medianos y grandes como las que ha trabajado en su carrera.

Aunque no se trata de una retrospectiva, es una aproximación a los inicios de quien optó por dejar su trabajo, de la oportunidad de estar en una excavación del Templo Mayor como arqueólogo para emplear sus manos en el descubrimiento de sus propias creaciones, mismas que aún le conectan con el hallazgo de objetos del México antiguo o restauración de estos, como el huehuetéotl, una urna del dios viejo del fuego que lo motivó a tomar un curso de cerámica con Hugo Velázquez (en Cuernavaca).

“Soy un creador de objetos de barro desde hace 35 años” es lo que subraya quien prefiere denominarse así antes que ceramista, además de remarcar que su trabajo proviene del esfuerzo colectivo, pues muchas de sus obras —que surgen de su taller Los Alacranes— son en colaboración con otras seis personas, quienes también han aprendido de este oficio.

Espejo de barro, reflejo de tiempo representa la mirada del propio autor hacia su labor “y el reflejo de lo que ha sido de alguna manera mi trayectoria todos estos años”.

La exposición se presenta en el Centro Cultural San Pablo, sitio que ha albergado otras exposiciones del artista y cuya historia también teje un diálogo con el trabajo de Paredes.

De esta forma, las piezas muestran las etapas del escultor y ceramista, a la vez de dialogar con los vestigios hallados durante las exploraciones del exconvento y que ahora están bajo la custodia de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

Obras como Lluvia vertebral, situada en la capilla de Domina, hablan de esa trayectoria, a través de las 34 piezas que la conforman y en la que la número 35 es el mismo artista, como el número de años de trayectoria. La instalación remite también a elementos del dios de la lluvia.

Los malacates, objetos empleados comúnmente en el ámbito textil, se conectan con la historia de Adán Paredes. Él, que en 1979 tiene su primer acercamiento a estas piezas, ahora las recrea en grandes dimensiones, de más de un metro de longitud.

Aunque varias de las piezas remiten a la arqueología, pero desde la conexión de Paredes con el barro, la obra del artista se ha caracterizado por ser temática. Es decir, ha retomado situaciones y problemáticas actuales como la migración, como en el caso de Anhelos extraviados, que presentó recientemente de abril a julio en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (Mupo) y en el Museo de Arte de Sonora (Musas), en 2017.

Hace unos meses, él mismo decía que lo suyo se había tornado temático, como una forma de atender un compromiso social que quizá desde las artes visuales sea complicado, pero no imposible de abordar.

La exposición Espejo de barro, reflejo de tiempo es organizada por el artista, en colaboración con el Centro Cultural San Pablo y Galería Nuun Espacio de Arte. Asimismo, es precedida por Anhelos extraviados, realizada en el Mupo, además de la presentación del libro Aramara, que retoma parte de la trayectoria de quien radica en Oaxaca desde hace casi 20 años y que tiene su taller Los Alacranes en Santo Domingo Barrio Alto.