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Oaxaqueños olvidados del 5 de mayo

Cuando nadie lo esperaba, “las armas nacionales se cubrieron de gloria” según le escribió el General Ignacio Zaragoza al presidente Benito Juárez el 5 de mayo de 1862 tras la victoria mexicana sobre el ejército francés, el más poderoso del mundo en ese momento.

La arrogancia del francés invasor topó de frente con la humildad de un ejército de campesinos descalzos, desnutridos y mal armados, pero altamente motivados porque defendían su patria. No se ganó la guerra en ese momento, pero la victoria en esa batalla se convirtió en todo un símbolo para los mexicanos que la asimilamos rápidamente a nuestra cultura e identidad que, curiosamente se celebra con más fuerza y entusiasmo por los mexicanos que viven en los Estados Unidos que quienes aquí vivimos. Entre otras cosas, para ellos es un orgullo símbolo de resistencia de los mexicanos ante naciones más poderosas.

Porfirio Díaz tuvo un papel destacado en la batalla como coronel del ejército mexicano bajo el mando del general Ignacio Zaragoza. Aunque no fue el comandante principal, su participación fue clave en varias acciones tácticas durante el combate, lo que tuvo dos consecuencias que fueron decisivas en su futuro: la población de inmediato lo vio como un héroe y él supo capitalizar los hechos para iniciar su carrera por la presidencia.

Al pasar Porfirio Díaz de héroe a villano de acuerdo con la historia de bronce, es decir, la versión sesgada de la historia patria escrita por el régimen, se han ignorado hechos que, por estar relacionados con él, han pasado al lado oscuro de aquella famosa batalla y, por ello mismo, es necesario darles voz y visibilizar hechos que deberían ser conocidos por todos,

Aunque no por resultado directo de la batalla de Puebla, miles de oaxaqueños murieron en lo que se conoce como la tragedia de Chalchicomula, o ciudad Serdán como se le conoce ahora. Reclutados por Porfirio Díaz, cientos de mixtecos y de istmeños se sumaron a las fuerzas mexicanas. No eran adinerados hacendados, comerciantes o empresarios, eran simples campesinos analfabetos muchas veces acompañados por sus esposas convertidas en aquellas sufridas soldaderas que acompañaban a su Juan para darles de comer. La historia los ha olvidado porque se ha centrado en los grandes generales y las acciones militares de ambos ejércitos. No debe seguir siendo así, la historia debe darles el lugar que merecen.

El Archivo General de la Nación edita una publicación llamada “Boletín”. En su edición de 1962, disponible en internet, presenta las crónicas de aquella tragedia de Chalchicomula en la que murieron más de mil tropas, oficiales y soldaderas, en su mayoría de Oaxaca que estaban ahí para cerrar el paso a los franceses en su camino de Orizaba a Puebla. Chalchicomula está a la mitad de la ruta entre ambas ciudades.

La crónica señala el 6 de marzo de 1862 cuando fueron acuarteladas las tropas que estaban bajo el mando de Porfirio Díaz en la Colecturía de la población, traían con ellos municiones y pólvora para la batalla y, a eso de las 8 y media de la noche, una soldadera llevó la cena a su marido. Ambos se sentaron y encendieron una vela justo encima de una caja de munición que improvisaron como mesa.

La flama inflamó la pólvora y se dio la tremenda explosión que, en un instante, mató a cerca de 1300 personas entre tropa, oficiales y mujeres. Destruyó el edifico y casi a todo el pueblo. Cadáveres mutilados estaban por todos lados.

Las víctimas formaban parte de la 1ª. Brigada de Oaxaca, compuesta por tres batallones. Murieron 1014 tropas y 16 oficiales, la brigada prácticamente desapareció. Fue tan grande la tragedia que tanto los ejércitos españoles y franceses enviaron a sus brigadas médicas a atender a los sobrevivientes. Fue un breve momento de solidaridad entre enemigos en el campo de batalla.

Esos oaxaqueños no murieron en la ahora gloriosa batalla del 5 de mayo, pero lo hubieran hecho con gallardía defendiendo su patria. Muchos de los combatientes muertos ya eran veteranos que venían de otras batallas en defensa del país.

Hoy celebramos y recordamos al General Ignacio Zaragoza, texano de nacimiento, como defensor de la patria. En esta celebración también se recuerda al General Porfirio Díaz, pero muy pocos recuerdan a los oaxaqueños que murieron en aquella tragedia.

Oaxaca se ha transformado en una tierra injusta. Levanta monumentos y memoriales por agitadores y porros al servicio del magisterio y de la 4T y olvida a sus verdaderos héroes. Se venera a los que incendiaron nuestra ciudad en 2006 y se les premia con poder y canonjías. Se pondera a políticos y funcionarios corruptos y se le niega a Porfirio Díaz y los miles de oaxaqueños que lo acompañaron y dieron su sangre por México el recuerdo y las honras que merecen. Hoy el gobierno se deshará en loas y elogios por algo que ni conocen ni sienten.

 

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