El viernes 25 de abril de 2025, cuando la ciudad de Oaxaca celebraba 493 años de historia, una de sus hijas más comprometidas recibía el reconocimiento más importante que otorga el ayuntamiento: la medalla Donají, entregada a mujeres y hombres que dejan huella en la sociedad. Ese día, Mariana Yáñez Unda, abogada y defensora incansable de los derechos indígenas y del medio ambiente, fue la galardonada.
Mariana es, literalmente, hija de la ciudad de Oaxaca. Nació en el corazón del centro histórico, a solo una cuadra de la catedral, y creció entre libros de derecho y conversaciones sobre justicia social. Es hija de dos juristas y defensores de derechos humanos: José María Yáñez Gatica y María de los Remedios Lourdes Unda Polaco, cuyas trayectorias marcaron desde temprano su vocación por la defensa de los pueblos y el territorio.
Con este reconocimiento, Mariana Yáñez se suma a un grupo distinguido de oaxaqueñas y oaxaqueños que han sido galardonados con la medalla Donají, como Isabel Grañén Porrúa, Rubén Vasconcelos Beltrán y Arcelia Yañiz Rosas, personalidades que han contribuido de manera excepcional al desarrollo cultural, social y cívico del estado.
Desde la sociedad civil, a través de Litigio Estratégico Indígena A.C., Mariana ha impulsado algunas de las causas más urgentes y complejas de Oaxaca ante el Poder Judicial de la Federación. Fundada en 2008, Litigio Estratégico Indígena es una organización jurídica pionera en México que ha logrado sentar precedentes judiciales fundamentales, muchos de los cuales son hoy objeto de estudio en universidades y centros de derechos humanos en América Latina, Europa y otras regiones del mundo.
Más allá de los tribunales, Litigio Estratégico ha sido clave en la construcción de ciudadanía legal y política para los pueblos originarios, al defender sus territorios, lenguas y formas de vida frente a amenazas estructurales como el extractivismo, la discriminación y la imposición de megaproyectos sin consulta.
Al frente de esta organización está Carlos Morales Sánchez, presidente de Litigio Estratégico Indígena, quien ha coordinado sus acciones legales con una visión de justicia profundamente arraigada en el territorio. Su liderazgo ha sido decisivo para transformar las luchas comunitarias en políticas públicas y criterios jurídicos vinculantes.
La lucha de Mariana Yáñez tiene nombre propio: los ríos Salado y Atoyac, a punto de morir por décadas de negligencia, fueron objeto de la primera sentencia en México que ordena su rescate ambiental. No es solo agua: son las venas de un territorio que se niega a ser silenciado.
También lograron una sentencia que ordena al Congreso local crear una Ley de Consulta Previa para Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, una deuda histórica convertida en mandato judicial. Y siguen: defensa del patrimonio cultural inmaterial, acompañamiento penal a mujeres indígenas, defensa del derecho a la lengua materna, el derecho a la educación, la no discriminación y la protección del ambiente como parte del derecho colectivo a la vida digna.
Hoy, Mariana y Carlos llevan sus causas al corazón del sistema jurídico mexicano: la Suprema Corte de Justicia de la Nación analiza el Caso Guiengola, donde se definirá el futuro de una zona arqueológica clave para el Istmo de Tehuantepec. Y está también en juego algo mayor: que el derecho a la justicia en lengua originaria no sea una aspiración, sino una realidad. En zapoteco, no en traducción tardía.
La medalla Donají no es solo un reconocimiento individual. Es, en palabras de quienes la acompañan en el terreno, un símbolo de que la justicia ambiental, la defensa del territorio y los derechos de los pueblos originarios pueden construirse desde abajo, con tenacidad jurídica, sensibilidad cultural y liderazgo colectivo.
Mariana Yáñez Unda y Litigio Estratégico Indígena no defienden causas. Defienden futuros.