La comunidad de Corralero, en el municipio de Pinotepa Nacional, sigue conmocionada tras el asesinato a sangre fría de un joven en plena cancha deportiva, ocurrido el pasado 22 de febrero de 2025. El caso ha generado indignación local, no solo por la violencia del hecho, sino por el contexto en el que ocurrió: un espacio público y comunitario convertido en escenario de muerte.
La víctima, identificada con las iniciales J.L.V.C., se encontraba en la cancha de la agencia municipal cuando sostuvo una discusión con otra persona, la cual escaló hasta convertirse en una agresión con arma de fuego. Las balas le arrebataron la vida frente a testigos.
UN CRIMEN CON VENTAJA Y SIN ESCAPATORIA
Las primeras indagatorias revelan que el ataque no fue un arrebato, sino que el agresor actuó con ventaja, según consta en la carpeta de investigación. El acusado, identificado como G.M.G., fue detenido semanas después tras cumplirse una orden de aprehensión y fue vinculado a proceso por el delito de homicidio calificado con ventaja.
En audiencia, el juez determinó además imponerle prisión preventiva, mientras se otorgan tres meses para el cierre de la investigación complementaria. Los hechos han vuelto a encender el debate sobre la creciente violencia en comunidades de la Costa oaxaqueña. Donde los conflictos personales escalan con rapidez ante la falta de mediación y el fácil acceso a armas de fuego.
LA CANCHA, SÍMBOLO DE VIDA COMUNITARIA… CONVERTIDA EN ESCENA DEL CRIMEN
Vecinos y familiares de la víctima no han ocultado su consternación. Lo que debía ser un espacio de convivencia y deporte se convirtió en un lugar marcado por el dolor y la impunidad.
“Era un joven tranquilo, no se metía con nadie. No es justo que lo hayan matado así, como si su vida no valiera nada”, expresó un familiar durante un pequeño homenaje en la cancha donde ocurrió el crimen.
¿HASTA CUÁNDO LA VIOLENCIA SERÁ EL LENGUAJE COTIDIANO?
El caso de J.L.V.C. no es un hecho aislado. En varias regiones de Oaxaca, especialmente en zonas rurales o de difícil acceso, la violencia interpersonal sigue dejando víctimas sin que existan suficientes mecanismos preventivos o comunitarios de resolución de conflictos.
Además, el uso de armas de fuego en disputas locales ha dejado de ser una excepción para convertirse en un patrón alarmante.
Organizaciones civiles han pedido que el caso no se quede solo en el castigo a un presunto responsable, sino que se impulse una estrategia comunitaria real para evitar que las canchas y espacios públicos sigan siendo escenarios de muerte y miedo.
Finalmente, la justicia apenas comienza, pero el daño ya está hecho: una vida perdida, una comunidad herida y una cancha que, por ahora, guarda silencio.