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El silencio del duelo gestacional

El duelo por la pérdida de un hijo o hija en etapa gestacional, perinatal o neonatal es un tema del que poco se habla. Se ha convertido en una vivencia silenciosa, muchas veces minimizada, ignorada o tratada con frases que buscan consuelo, pero que pueden resultar hirientes: “ya vendrán otros”, “eres joven”. Sin embargo, para quienes atraviesan esta pérdida, la ausencia de su bebé deja un vacío profundo, una herida que nunca se cierra por completo y un dolor que merece ser reconocido.

La madre y el padre que han perdido a su bebé no solo enfrentan la ausencia de ese pequeño ser que esperaban con amor, sino también el peso de un duelo solitario, incomprendido. Es un dolor que no solo se siente en el corazón, sino en cada rincón del cuerpo y del alma. Desde el momento en que supieron de su existencia, lo imaginaron, le hablaron, lo soñaron. La pérdida deja una cicatriz invisible que no se borra con el tiempo.

Hace un año, la Cámara de Diputados aprobó la Ley Olivia, una reforma impulsada por la diputada oaxaqueña Mariana Nassar Piñeyro, del PRI. Esta iniciativa, nombrada en memoria de su hija Olivia, busca garantizar derechos a los padres y familiares que enfrentan la muerte de un hijo en estas etapas tempranas de la vida. A pesar de su aprobación, aún es poco conocida y requiere mayor visibilidad.

La Ley Olivia adiciona un capítulo a la Ley General de Salud para atender de manera integral y multidisciplinaria las muertes gestacionales, perinatales y neonatales. A través de esta reforma, se establecen siete derechos mínimos para las madres, padres y familias afectadas.

Recibir una atención digna, humana y respetuosa; despedirse de su hija o hijo, con la posibilidad de abrazarlo, vestirlo, tomar fotografías y videos; obtener información clara y veraz sobre las causas de la muerte; permanecer en una habitación separada del área de maternidad, cuando sea posible; acceder a apoyo emocional, psicológico y tanatológico durante el duelo; conservar recuerdos de su bebé como parte del proceso de despedida y solicitar el certificado por muerte gestacional, en caso de ser necesario.

Asimismo, la reforma a la Ley de Asistencia Social establece que la Secretaría de Salud deberá, en la medida de lo posible, promover la instalación de salas de despedida en hospitales que brinden atención materno-infantil. Esto permitiría a las familias vivir el duelo de una manera más digna y respetuosa.

De acuerdo con UNICEF, en 2021 murieron aproximadamente 2.3 millones de bebés durante su primer mes de vida, representando el 47% de las muertes de menores de cinco años a nivel mundial. En México, el INEGI reportó que en 2022 se contabilizaron 25 mil muertes gestacionales, un 8.7% más que en 2021. Estas cifras evidencian la magnitud del problema y la necesidad urgente de generar políticas públicas que acompañen y dignifiquen el duelo de las familias.

El duelo gestacional o perinatal es una realidad que ha sido invisibilizada. A diferencia de otros procesos de duelo, este parece no ser reconocido socialmente, lo que lleva a muchas familias a vivirlo en silencio. Desde el momento en que una pareja decide buscar un embarazo, existe un proyecto de vida, una ilusión. La pérdida, en cualquier etapa de la gestación, interrumpe ese proyecto y genera un impacto emocional profundo.

El silencio social en torno a este tipo de duelo no alivia, solo profundiza el dolor. La madre y el padre se enfrentan no solo a la ausencia de su bebé, sino al miedo de volver a intentarlo, al temor de revivir esa experiencia. Cada embarazo posterior se llena de ansiedad, de preguntas sin respuesta, de cicatrices invisibles que laten en cada ecografía, en cada consulta médica.

Lamentablemente, en nuestra sociedad no sabemos cómo acompañar este tipo de duelo. Muchas veces, en un intento de consolar, se recurre a frases que minimizan el dolor, sin comprender que cada pérdida es única y merece ser reconocida. La falta de apoyo y comprensión dificulta que las familias transiten su duelo de manera saludable y respetuosa.

La Ley Olivia representa un avance significativo en la humanización de los procesos de duelo gestacional y perinatal. No se trata solo de garantizar derechos en el papel, sino de transformar la manera en que la sociedad y las instituciones de salud abordan este tema. Se necesita sensibilización, formación para el personal de salud y, sobre todo, un cambio en la narrativa social para que ninguna madre, padre o familia tenga que vivir su duelo en soledad.

Aunque fue aprobada en la Cámara de Diputados, esta reforma aún debe ser retomada por el Senado. El duelo gestacional no debe ser un tabú ni un sufrimiento silencioso. Debemos hablar de él, reconocerlo y, sobre todo, acompañarlo con humanidad y respeto.

 

X @Natali_Cruz_

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