La leyenda cuenta que fue plantado por el ejército del tlatoani Moctezuma, pero el árbol ya tenía mil años cuando este conquistó los valles centrales de Oaxaca en el siglo XV. También se le conoce como el “pariente pobre” del árbol del Tule, pues no tiene tanta promoción como aquel de más de 2 mil años. Sin embargo, el ahuehuete de la antigua Estación del Ferrocarril Mexicano del Sur, donde opera el Museo Infantil de Oaxaca, es el segundo árbol más longevo del estado y el primero de la ciudad, por lo que es considerado el “ahuelito” de las y los oaxaqueños. Actualmente, es protegido por una cerca que diseñó el fallecido artista Francisco Toledo y que hasta 2022 tuvo el Fresno de Morelos en el parque El Llano.
El árbol ha tenido un impacto histórico y cultural, explica Elsa Ortiz Rodríguez, secretaria de Medio Ambiente y Cambio Climático de Oaxaca de Juárez, pero también se trata de una especie representativa del país y por lo cual se le considera como árbol nacional.
“Son árboles que sí nos cambian la temperatura, suben bien el nivel freático, nos dan mucho oxígeno y puede transformar la polución”, dice la funcionaria sobre un ahuehuete o sabino (Taxodium mucronatum) que nació y creció cerca del cauce original del río Atoyac, afluente que fue reubicado hace siglos ante el desarrollo de la ciudad de Oaxaca.
En este lugar, luego de que el ferrocarril dejó de operar, el árbol ha sido testigo de una estación que se convirtió en el Museo del Ferrocarril y donde desde el 2017 funciona el Museo Infantil de Oaxaca. Arturo Saavedra, director de este museo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, cuenta parte de esa historia, una en la que el ahuehuete también ha servido de apoyo para mover la estatua del Benemérito de las Américas que llegó en los vagones y está en el Cerro del Fortín.
“El cuidado de este árbol siempre ha representado un reto. Fue un árbol muy dañado por los años. Antes de que se construyera la estación del Ferrocarril llegaba el río y era un ambiente muy húmedo donde pudieron crecer árboles de este tipo que necesitan mucha agua”, detalla Saavedra. Sin embargo, tras desviarse el río en el siglo XVI (según las narraciones de autores como Francisco de Burgoa, Antonio Gay y Fernando Iturribarría que recoge Guillermo Rangel Rojas).

Estos cambios en el ecosistema original impactaron en el árbol, lo mismo que un cohete que cayó en él y obligó a colocarle una protección de cantera, refiere Saavedra, pues la zona también fue un basurero de la estación que mermó la salud del ejemplar. Debido a los cuidados de los últimos años en los que han colaborado el ayuntamiento y la fundación, el ahuehuete se encuentra estable, coinciden Saavedra y Ortiz Rodríguez.
En este año, la sequía que afectó a gran parte del país y estado, el árbol también resintió este efecto. Para subsistir, este ejemplar de 29.1 metros de altura y 4.62 metros de diámetro de su tronco necesita de 10 mil litros a la semana, detalla el director. También ha requerido de nutrición, de que su sueldo sea tratado y un tratamiento que estimule su follaje.
Recientemente, el árbol fue cercado con una reja que se basa en la que tuvo el fresno de Morelos en el parque El Llano. Aquel árbol vivió más de 200 años y cayó una tarde de abril de 2022, por lo que su reja estuvo resguardada hasta que en este año se amplió para proteger al “ahuelito” de las y los oaxaqueños.
Según el catálogo de árboles notables y emblemáticos del estado de Oaxaca, publicado en el (2019), en la entidad existían 33 árboles clasificados como notables. De ellos, siete se localizaban en la capital, donde actualmente sobreviven seis: el ahuehuete y el higo de la antigua estación Del Ferrocarril, los dos coquitos del barrio de Jalatlaco, el higo de la capilla de Belén y el Higo de la calle de Libres. El higo de Guadalupe se desplomó en agosto de 2021 y con él se perdieron más de 200 años de historia.