Con Oaxaca, el artista zacatecano José Esteban Martínez ha mantenido una relación muy estrecha. Volver al estado como lo ha hecho desde los años 80 es como regresar a su casa, en la que fue docente del taller de artes plástica Rufino Tamayo y en donde no solo ha expuesto su obra en incontables ocasiones sino conocido el desarrollo de la “cultura plástica” de un estado que, “por naturaleza, ya es un arte”.
En este estado, al que vuelve para compartir su más reciente trabajo, ha tenido contacto con autores como Luis Zárate, Rubén Leyva, Justina Fuentes, Juan Alcázar, Francisco Toledo, Rodolfo Morales y otras figuras más. Pero también desde aquí ha percibido las cualidades de los territorios que han sido su cuna y hogar.
Semejanzas entre ambos, dice, puede haber muchas. “Pero la fortuna que tenemos es que Zacatecas y Oaxaca tiene cada uno un lenguaje propio, el lenguaje visual de Oaxaca es lleno de color, de forma, de contenidos. El de zacatecas es más mesurado, hay predominio de la tierra, aquí son los verdes, los rojos, los amarillos, lo vemos en los moles, su gastronomía, todo lo que implica esta cultura tan grande que tiene Oaxaca”.
Nacido en Fresnillo, Zacatecas (1951), José Esteban presenta desde este jueves la exposición Insumisas golosas. Las más de 50 pinturas en formatos varios las comparte en el restaurante y foro cultural El Sol y La Luna, en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca.
Desde las paredes plagadas con rostros de mujeres habla de su obra reciente, que resalta por la idea de que “el trabajo en la pintura debe ser festivo, con color, con muy buen ambiente”. A propósito de una exposición hecha durante la pandemia de Covid-19, remarca que se trata de una obligación.
“No puedo incurrir, y menos en estos momentos, en generar un proyecto de tristeza. Estamos viviendo una época terrible, en donde todos hemos perdido amigos, parientes, hemos conocido la muerte de cerca. Y si incorporo a la muerte en mi trabajo, es una muerte alegre, festiva, comunicativa, la que todos quisiéramos tener”, explica el autor.
La muerte, que conoció de cerca hace varios años y por la que estuvo seis minutos fuera de este mundo, es otro de los temas sobre los que reflexiona antes de hablar de la exposición. “Somos compadres (la muerte y yo) desde hace algún tiempo, nos llevamos padrísimamente y estamos en el trato de que cuando me quiera llevar yo estoy encantado porque pase, pero mientras tengo que seguir pintando y haciendo muchas otras cosas”.
Sin embargo, observa que la muerte es algo que ahora se vive desde el dolor y la rabia, pues la epidemia ha afectado a las familias, y las autoridades no han hecho algo por esta situación. “Vemos un gran vacío de atención, una situación donde no vemos claramente qué ocurre, y eso es parte de la rabia y dolor que tenemos”.
Desde el 18 de febrero y durante todo el mes de marzo, José Esteban comparte Insumisas golosas, una exposición que preserva la festividad de su obra. Pero que al mismo tiempo reconoce la importancia de la mujer en la sociedad y en su vida. “Ahorita, creo que esta pandemia nos ha hecho reflexionar la importancia de tener una compañera cerca, por eso vas a ver en mis cuadros a muchas parejas, con las que interpreto la fortuna y necesidad de tener a una mujer cerca de mí”.