Para Joel Merino, decirse o llamarse muralista, artista u otro similar le parecen nombres extraños. Extraños porque piensa que lo único que él intenta es expresar su cultura o para mostrar a su pueblo, el ser triqui, y para ello crea, se apoya en lo que ha aprendido a hacer: textiles, murales, gráficas y pinturas, cita como ejemplos.
Joel, que ha estado en países como Francia, habla sobre lo que aborda en su obra y lo que piensa de su contexto, del país en el que la lengua triqui es una de las 68 nacionales que pertenecen a igual número de agrupaciones indígenas.
“La gente dice que lo que más me caracteriza es que hablo acerca de mi pueblo, también porque toda mi obra está en triqui, y hago la traducción al español”, comenta el autor que a eso suma su idea por fomentar en su trabajo las tradiciones de San Juan Copala, de la comunidad triqui.
-¿Por qué surge ese interés o necesidad por hablar de tu cultura triqui?
– Desde niño y por mis papás, me tocó tener que salir, emigrar de Oaxaca y estar en varios estados de la república. Desde muy pequeños nos tocó el racismo, el clasismo. Y mi papá desarrolló un proyecto vigente, la asociación de artesanos indígenas triquis Tinujei, de la que soy miembro. Prácticamente con mi papá desde niño me tocaron las manifestaciones, de defender lo que pensamos, lo que creemos.
-¿Cuál es ese pensar y creer?
-En las distintas maneras de organización. Mi papá desarrolló ese proyecto en Querétaro y ahí nos costó mucho trabajo porque la gente nos decía: ‘indio, regrésate a tu casa; ustedes no son de aquí, no pueden exigir nada porque no son originarios, ¿por qué no le piden al gobierno de Oaxaca?’ Ese tipo de cosas. Mi papá decía: ‘no se trata de dónde estemos sino de lo que somos, tenemos que conservar las tradiciones. Desde ahí yo veía las acciones de mi papá y de mi mamá con el telar. Ellos me enseñaron el oficio y las tradiciones.
-¿Sabes tejer?
-Sí, sé tejer en telar en cintura. De hecho, parte de mi exposición en París (en septiembre del año pasado) fue una recopilación de textiles, obra en gran formato y en pequeño formato…
-¿En la comunidad de San Juan Copala es común que los hombres aprendan a tejer en telar de cintura?
-No, es raro que los hombres tejan. Yo lo hago por cariño a la historia de mi familia y porque es lo que me acerca mucho con mi mamá. Mucha gente cree que es un oficio totalmente de mujeres y eso es lamentable. Pero en mí nace la necesidad de querer hacer algo más enfocado en la preservación de las tradiciones y el telar de cintura es muy propio de la comunidad de nosotros y me acerca a la historia de mis abuelas, mis tatarabuelas… Y eso ha influido en mi trabajo.
A los seis o siete años de edad es cuando Joel emigró con su familia, a establecerse en diversas partes del país, principalmente en Querétaro. Él piensa que han sido los textiles y otras tradiciones de su comunidad los que en la distancia los mantiene a él y a su familia conectados con sus orígenes, con su identidad y su natal Copala. El que plasma en su trabajo y por el que muchas personas le preguntan si lo que hace se trata de “arte indígena”. Y a ello él responde que no, que lo que expresa es lo que vive, lo que ve, pero no le llamaría así.
“No es que me preocupe (cómo denominarlo), pero como muchos otros jóvenes me hago preguntas”. Esas preguntas son a veces sobre el valor de las creaciones, de por qué un telar que tarda en hacer en un año tiene un valor económico mucho menor al de una pintura que puede tomarle un mes.
-Para el mercado vale más uno que otro…
-Sí, es muy curioso. Ese tipo de cosas fueron influenciando mi trabajo, también la necesidad porque veía la historia de mi papá, lo que me contaba acerca de nuestro pueblo, a mí mamá, el cómo resistíamos e íbamos a manifestaciones. Y sin embargo, ni en los periódicos, ni en los libros de texto de la primaria se mencionaba a nuestra cultura y comunidad. A mi papá le preguntaba, ¿de dónde venimos? ¿Por qué nadie sabe que existimos? Me di cuenta que la identidad nacional estaba basada en otro tipo de cosas en las que no estábamos incluidos.
Fue con la pintura, que conoció primero, y luego con el grafiti, las herramientas de las que Merino se apoyó para experimentar y expresar su sentir y pensar, eso cuestionamientos. El decir: “aquí estamos”.
-¿Qué plasmabas a través del grafiti?
-Inicié con el tag. También, como muchos niños y adolescentes, experimenté el skateboard, el futbol. Y en lo que dibujaba estaban las caricaturas como las japonesas. Posteriormente uno va haciendo otras cosas más hacia lo que va buscando, tratando de contestar esas preguntas a uno mismo.
-¿Y has encontrado respuestas en lo que creas?
-No es que encuentre respuestas. Sigo creando más preguntas y para mí eso es divertido porque me siguen creando nuevas formas, nuevas posturas, más trabajo respecto a qué tengo que hacer para seguir transmitiendo mi lengua.