“Aunque la censura siempre ha estado presente, lo que cambia a través del tiempo y de distintas culturas es la manera de ejercerla”. Penélope Orozco plasma esa idea y reflexión tan pronto aborda la exposición Inquisición y libros prohibidos, curada por ella y presentada de enero a abril en la Biblioteca Francisco de Burgoa, en la ciudad de Oaxaca.
Su frase destaca entre miles de libros que incluso datan de tiempos de la Colonia en México, y que pertenecieron a órdenes religiosas. Por ejemplo, los frailes dominicos que habitaron la sede de la biblioteca: el Exconvento de Santo Domingo de Guzmán.
Pero como esas líneas, Penélope también comparte otras para ejemplificar la censura, la que entre siglos como el XVI y el XIX limitó la creación, consulta o circulación de libros, “uno de los medios de comunicación más eficaces”. Ya sea como una colaboración entre la Corona Española y la Inquisición, un ente de la iglesia, ejemplares de esos tiempos fueron restringidos, e incluso quienes imprimían sin licencias sufrían penas muy severas.
Desde enero y hasta abril de este año, Penélope colabora como curadora de la exposición Inquisición y libros prohibidos, en curso en la Biblioteca Burgoa, de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). En la muestra se reúnen ejemplares de libros, documentos y materiales que en su momento fueron prohibidos por sus contenidos. Los que se pensaban como prohibidos por parte de la Inquisición, debido a que se trataba de obras que se consideraba atentaban contra la familia, las costumbres o la castidad religiosa, contra la Santa Sede o la quietud pública.
Como describe Orozco, libros prohibidos era un término empleado también para aquellos textos, obras o ejemplares que se pensaban como supersticiosos, heréticos o lascivos.
La exposición Inquisición y libros prohibidos se encuentra en curso en la Biblioteca Burgoa, en donde está abierta al público de martes a viernes de 10 a 18 horas.