Alan llegó a la música casi por casualidad, por una computadora Mac con la que comenzó a experimentar hace unos años, en 2013. Fue un pasatiempo que se convirtió en su vida en los últimos seis años, en los que ha sido uno de los dj residentes más populares en la Ciudad de México.
Su pasión, que ha desarrollado en solitario o en colaboraciones con Playa Limbo, The Cuckoos y Moenia, tiene eco en otras partes del mundo, en festivales de música electrónica.
Los djs, dice, “somos más poperos y fresas de lo que creen”, y –contrario a la idea generalizada- no están asociados al mundo de la noche o de las drogas, a lo underground.
Este fin de semana, Alan Salomón lega a Oaxaca, en la primera de una serie de colaboraciones con el artista Drake Bell. Será en la tarde, alrededor de las 16:00 horas, cuando se vea a la dupla tocar en el escenario principal del Festival Acrópolis.
-La música electrónica se está abriendo espacio en México, comparado con otros países como los de Europa, que llevan más tiempo con ella…
-La música electrónica es un género relativamente nuevo (en México), pero estoy contento y orgulloso, he sido parte de los estandartes que le han dado la vuelta a la música electrónica diciendo que la música electrónica no es tamborazos en la noche y cosas que la gente ve o asocia con el bajo mundo.
-¿Hay una mirada hacia México como punto de creación en la música EDM (música electrónica de baile)?
-Sin duda. Prueba de eso son los festivales que llegan a México. El festival de música electrónica más grande de América Latina es en México, fue hace unas semanas, cuando me presenté por segundo año consecutivo. Cada vez más los productores y artistas ven a México como un país con muchísimo potencial, con un público ávido de cosas nuevas, de sonidos nuevos y, por supuesto, porque nos encanta la fiesta.
-¿Cómo se da el trabajo en las colaboraciones que haces con otros artistas?, ¿se restringe tu libertad?
.No, generalmente me dan completa y absoluta libertad, me dicen: Alan, tú has tus sonidos, has tus cosas, estamos seguros de que el producto final va a ser de calidad; y gracias a Dios, hasta el momento ha sido así.
-¿En qué país te gustaría presentarte?
-Me gustaría estar en Asia, en Singapur, China o Tailandia.
-¿Qué te atrae de ese continente?
-Me gusta la cultura, los colores, la sonrisa de la gente asiática, y soy una persona que va mucho con las energías, siempre me ha dado una energía muy bonita todo lo que es Asia.
-Llevas seis años en la música, a la que llegaste por casi por juego o casualidad, ¿te planteaste, en el comienzo, seguir una carrera de largo aliento?
-No, la verdad empecé soñando y sigo soñando, no le quiero poner un tope, no le quiero poner una fecha de caducidad. Hay momentos muy bonitos en mi carrera, pero los estoy aprovechando como si mañana se terminara todo o como si mañana vuelvo a empezar. Vivo cada día como lo que es, un nuevo día. Las cosas se han dado muy rápido, gracias a Dios, pero se pueden acabar.
-¿Percibes una cierta facilidad y/o dificultades en un mundo donde la música está a “un clic” y los artistas, al parecer, más cerca de sus públicos?
-Cada vez hay más competencia, todo esto del mundo digital, de las plataformas, nos hace creer o sentir que cada vez tenemos más competencia, pero también nos abre las puertas porque cada vez es más fácil llegar a escuchas que están a miles de kilómetros de distancia. Es un arma de doble filo que nosotros como artistas tenemos que saber ser inteligentes para sacar el mayor provecho.
-¿De qué manera logras la conexión con el público y de qué crees que dependa ello?
-Principalmente lo atribuyo a la energía en el escenario. En cuanto estoy tocando me convierto en el público porque muchas veces, en estas etapas, yo soy fan. Soy el primer fan, tengo mis artistas favoritos y no me pierdo sus conciertos. Tengo muy claro que antes de ser un músico profesional, soy un fan, una persona muy musical y creo que mi conexión con mi público se da en un nivel muy personal porque percibe cómo me desenvuelvo en y fuera del escenario.