El viento ha llevado a Rosy Arango (Hermosillo, Sonora) por un viaje con sones de ida y vuelta. Entre ritmos tradicionales, que empapan su nuevo disco, la cantante de raíces oaxaqueñas ha ido a la feria de San Marcos, lo mismo que a hablar de las deudas de un amor al que pide declararse inocente. Guapachosa como la catrina, pero con margaritas en mano, “La Nueva Embajadora de la Música Mexicana” le canta a su país, en un álbum que reviste con sonidos contemporáneos.
Con nueve temas inspirados “en el corazón apasionado de los mexicanos, sus textiles, sabores y aromas de la riqueza gastronómica”, Rosy presenta Mi nombre es México.
El álbum es el séptimo de una trayectoria iniciada en 1997 y cuenta con temas donde la fusión es la pauta de canciones como Tonantzin, Viento, Las margaritas y –por supuesto- la composición que da nombre al disco.
“Es un disco hecho con mucho amor, hecho casi a mano, bordado”, cuenta Arango sobre el material que presentará el 12 de septiembre en el Instituto Mexicano de la Radio (Ciudad de México), y en el que –dice- está plasmado “ese sentimiento y amor por la tierra y la querencia”.
En él material, ya disponible en plataformas digitales, se escuchan instrumentos de la música folclórica y poco utilizados en la música tradicional, como cellos, arpa, corno, violín huasteco, entre otros. Las canciones intentan remitir a todos los estados del país, entre ellos Veracruz, Oaxaca y Aguascalientes, todo ello en la música mexicana que Arango ha visto como su alma, como su manera de comunicarse con el mundo y para mostrar “el orgullo de haber nacido en esta tierra llena de ritmos maravillosos, porque México es un abanico multicolor”.
Con más de dos décadas en la música, Rosy destaca que el disco es también resultado de una carrera larga, de mucho trabajo, de estar siempre enamorada de su cultura, “convencida y siendo soldadera de mi tradición, pero ahora mostrándola con una propuesta contemporánea de música mexicana”, como lo es “México es mi nombre”.
Para ella, la música mexicana es su estandarte, la bandera con que hoy abraza sus raíces.
Entre los temas que reúne el disco y con el cual recuerda a Oaxaca, la tierra de su madre y su abuela, la nacida en Hermosillo ofrece Viento, autoría de la cantautora istmeña Valgur.
Mi nombre es México está precedido por seis producciones (una de ellas recopilatoria) en las que –desde 1997- Rosy ha cosechado una carrera musical marcada por los sonidos tradicionales de México. Entre esos sonidos hay una inclinación especial a la música de mariachi, que más ha marcado su propuesta y le ha llevado a ser conocida como La reina del mariachi.
Con la esencia de la tradición y la fusión con la música contemporánea, otra de las apuestas del disco es hacer frente a la “estigmatización en la que se tiene a la música mexicana, ya que la mayoría de las veces se encasilla solo en el género de banda y mariachi”.
Es por ello que Rosy Arango se niega a interpretar un solo estilo, pues considera que la riqueza del país “es tan rica que podemos agarrar de cada lugar, y la misión es romper etiquetas, quitarnos ese estigma de que la música mexicana debe de ser de tal forma”.
