¿Criminalizar protesta?
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Opinión

Editorial

¿Criminalizar protesta?

 


Los medios de comunicación se volcaron en estos días para difundir la discusión en el Congreso de Tabasco, de la llamada “Ley Garrote”, aprobada por la mayoría de los legisladores, principalmente del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y aliados, para acotar la extorsión de manifestantes que han encontrado en el cierre de carreteras y paralizar obras, su modus vivendi. La citada ley ha generado las opiniones más diversas. Algunas de ellas califican la medida como una velada “criminalización de la protesta social”, otras, como la misma dirigente nacional del citado partido, la consideran justa, a raíz de la construcción de la Refinería en “Dos Bocas”. Hay quienes consideran que es una cruel paradoja del gobierno de la Cuarta Transformación, validar la supuesta lucha social y luego atentar en contra de la misma. El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia mañanera del pasado lunes, dio una justificación, argumentando de que ya era tiempo de acabar con la extorsión a Petróleos Mexicanos. Es decir, diversas opiniones en el ámbito partidista y de gobierno, coinciden en que dicha ley, ya era necesaria.
Para los oaxaqueños que hemos padecido casi cuarenta años de abusos y atropellos de los maestros; que día a día encontramos las carreteras bloqueadas; la autopista Oaxaca-Cuacnopalan tomada y en el Istmo de Tehuantepec, las vías cerradas, como la Carretera Transístmica, durante semanas, creemos que nos hace falta una ley similar. Aquí, el bloqueo se ha convertido en un motor de la cultura del chantaje y la manipulación. Las pérdidas económicas son incalculables. Sólo el cierre de Ciudad Administrativa o Judicial implica para el erario, el pago de uno o dos o más días laborables que no se trabajan. Si la bancada de MORENA fuera al tenor de las medidas que está instrumentando el gobierno federal, debería tomar cartas en el asunto y dejar de lado su ideología barata. Hay que tomar en cuenta que el Proyecto Transístimico es una de las prioridades de la Federación y no podrá caminar en tanto no se pongan controles a los bloqueos, que son los principales obstáculos para el buen desarrollo de cualesquier proyecto que se proponga los gobiernos estatal o federal.
También a Oaxaca le urge su “Ley Garrote”. Acabaría de golpe con la impunidad de líderes venales, corruptos y extorsionadores.

Autenticidad en entredicho

Nunca como en la celebración del Primero y la Octava del Lunes del Cerro, estuvo tan en tela de juicio la falta de autenticidad de los bailes y danzas que son nuestra carta de presentación. Si lo que se ha buscado es darle a cada una de nuestras delegaciones, representantes de los grupos étnicos y las regiones del estado, la esencia de nuestros pueblos originarios, hubo presentaciones cuya música parecía más cumbia o reguetón, si no es que pasos dobles españoles o sones veracruzanos. Entre la multitud que asistió a la Segunda Emisión, en la Octava de nuestra fiesta máxima, hubo comentarios negativos al respecto. Se entiende que una cultura viva como la nuestra sea una esencia del mestizaje que hemos vivido a lo largo de los siglos, pero también hay que entender que quitarle la naturaleza indígena a nuestro folklore es simplemente negar nuestras raíces. Los oaxaqueños jamás habremos de criticar que La Danza de la Pluma, sea ejecutada por bailarines de San Bartolo Coyotepec, la Villa de Zaachila o Teotitlán del Valle, incluya ribetes del sincretismo religioso que nos trajo la conquista española. Pero no que se presente con música española.
Además de todo ello, no hay que soslayar que más que bautizos, mayordomías y bodas, representadas por algunas delegaciones, lo que el turismo viene a buscar es el color de los trajes, el ritmo de los bailes y danzas y, por supuesto, la música. Por ello, creemos que el llamado Comité de Autenticidad debe renovarse, actualizarse y modificar sus cartabones y esquemas. Privilegiar elementos ajenos a esa cultura ancestral de la que nos decimos herederos, es estar en contra de nuestra propia identidad. Se desconocen los criterios que aprobaron a las delegaciones participantes y, como ya hemos dicho, la metodología utilizada para calificar o descalificar, lo cierto es que para quienes conocen la tradición, nuestra Guelaguetza 2019 dejó mucho qué desear. Para muchos resultó aburrida, monótona, sin el sabor que los mismos oaxaqueños y los visitantes buscan: el movimiento y la identidad. Una de las tareas pendientes pues es modificar los criterios de calificación o simplemente hacer un ejercicio para reestructurar el famoso Comité. Haber segregado a varias delegaciones que históricamente han participado en nuestra fiesta tradicional, para incluir otras que carecen de la autenticidad que mucho se ha buscado, no fue la mejor idea. Esperemos que en el 2020, estos yerros y desvíos hayan sido subsanados.