El olvido y la tragedia en comunidades mareñas de Oaxaca
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El olvido y la tragedia en comunidades mareñas de Oaxaca

La construcción hecha de tabicón, cemento y varilla no soportó los más de 60 segundos de sobresaltos


El olvido y la tragedia en comunidades mareñas de Oaxaca | El Imparcial de Oaxaca

Ver el agua brotando de la tierra y como se agrietaba el suelo la media noche del jueves 07 de septiembre son cosas que Eleocadio Montero, un hombre dedicado a la pesca no olvidará jamás.

Con expresión de temor, aún cuando ya pasaron 10 días del sismo de 8.2 grados con epicentro en Pijijiapan, Chiapas, el hombre de tez morena y estatura baja, no se repone anímicamente.

La colonia Costa Rica es uno de los tantos asentamientos, mareños afectados por el movimiento telúrico.

– La tierra se hacía como las olas del mar, el sonido era muy fuerte y casas empezaron a caer y otras a hundirse, nadie podía creerlo, la naturaleza nos está corriendo -, dice, Eleocadio Montero, quien a lo largo de décadas a vivido de la pesca.

El no poder pescar y la necesidad de permanecer a las afueras de su vivienda para esperar el paso de las brigadas de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), lo hace dependiente de la ayuda humanitaria.

“Nosotros estamos acostumbrados a pescar, no a que nos den el pescado, pero ahorita con toda nuestra desgracia, no hemos retomado las actividades y más cuando la despensa ha llegado una sola vez -en 10 días-“, comenta.

La misma situación se vive en la colonia San Pablo de San Mateo del Mar, cerca de mil 500 familias han perdido algo de sus bienes materiales a causa del temblor o la crecida del agua de la laguna.

Los lugareños son desconfiados con los desconocidos, se comunican en su lengua madre -zapoteco-, si no traen comida, que salgan, sugiere amablemente durante el recorrido por la zona afectada.

En un minuto lo perdimos todo

En la comunidad rodeada de agua del Océano Pacífico y la Laguna Superior o Mar Muerto como le llaman, Alberto Hinojosa Herrán, dedicado a la pesca lleva un sentimiento de dolor y pérdida.

Su casa para la cual trabajó de sol a sol durante los últimos 40 años, ubicada en la privada de avenida Independencia quedó inundada por el agua.

La construcción hecha de tabicón, cemento y varilla no soportó los más de 60 segundos de sobresaltos, al final quedó vencida por la fuerza de la naturaleza.

Como la mayoría de la población se ha visto obligado a salir a las calles a esperar la llegada de ayuda humanitaria, enviada principalmente por la sociedad civil, porque del gobierno sólo una vez han recibido víveres.

Alberto sólo quiere una cosa. Que el gobernador cumpla con su palabra de apoyar en la reconstrucción de las casas.

En el callejón sin número de la Tercera Sección de San Mateo del Mar, la ayuda llegó una sola vez y de ahí nadie ha regresado.

“La gente duerme en la calle como la mayoría de personas lo hacen en los pueblos del Istmo, tras el sismo nadie está seguro en su casa, pero si pedimos las casas de campaña o lonas que andan regalando”, solicita.

A menos de 1 kilómetro del lugar, una familia originaria de Salina Cruz reparte platillos a la hora de la comida para la población damnificada.

Arroz blanco con vegetales y dos piezas de pollo guisadas con tomate y un vaso de agua simple, son un aliciente para quien no ha probado alimento en horas.

Sin embargo las 150 raciones, son insuficientes para quienes viven cuadras abajo y que están en la misma o peor situación; aquí la solidaridad de la sociedad civil es lo que cuenta y lo que se agradece.


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