Traducir la realidad en honor a Sergio Pitol
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Columna

Traducir la realidad en honor a Sergio Pitol

Sergio Pitol fue un escritor, traductor y diplomático mexicano. Falleció el 12 de abril de 2018, a los 85 años.


Traducir es derrocar Babel, recomponerla, hacer visible lo invisible, aclarar el mundo. Traducir es un acto de amor y fuerza. Sergio Pitol fue un hombre fuerte que escribe y ama.

Si ya bastante le deben millones de lectores a novelas como El desfile del amor o Domar a la divina garza, a ensayos como El arte de la fuga e incluso a cuentos como Victorio Ferri cuenta un cuento, exigir responder a la pregunta ¿Cuánto se le debe a las traducciones al español de Sergio Pitol? requeriría escribir tantas obras como las que ocuparon la biblioteca de Babel de Borges.

Sergio Pitol hizo de su gusto por la lectura una obra inmortal: tradujo una cantidad aún incierta de libros que ronda los 40 o los 45, según la entrevista que se cite. Todos le gustaban, no tenía otro trabajo, tuvo la oportunidad de contar con editores de España, Argentina y México y con editoriales como Anagrama y Tusquets. Todos esos libros “me gustaban o los estaba leyendo”, aseguró como línea inamovible de su biografía, “solo dos o tres me los impusieron”, redondea.

Hay incluso quienes aseguran que si no fuera por el Premio Cervantes de literatura 2005, la lengua española desconocería obras fundamentales de escritores como Henry James, Anton Chéjov, Ford Madox Ford y Jane Austen. Esa es otra cuestión irresoluble, quizá los habría conocido, pero la promiscua inteligencia de Pitol y su disciplina férrea fueron catalizador del viaje para millones de lectores.

Pitol conoció por su abuela materna las lenguas inglesa y rusa, a las que pertenecen sus primeras traducciones, para posteriormente ampliar sus horizontes al francés, polaco, húngaro, checo, italiano e incluso el chino.

Una entrevista publicada en 2008 por el diario La Jornada da cuenta de la trascendencia para el universo personal que la traducción jugó en la vida de Pitol:

“Hice el oficio de traductor por 15 años, tengo 45 títulos traducidos, algunos muy difíciles, y cuando tuve un tiempo de retiro, comencé a escribir novelas”, dijo aquella ocasión.
-¿Qué disfrutó más, ser traductor o escritor?
-Ser escritor es mi pasión, pero si no hubiera traducido creo que hoy sería un novelista malísimo.
-Entonces, la traducción fue importante.
-Me alimentó, sí, porque ahí ve uno cómo se atrapa el tiempo en una novela, en un texto y cómo se colocan los personajes, los grandes y los pequeños, todos son imprescindibles.

La erudición, las lecturas y la memoria de Sergio Pitol abrieron puertas a nuevos horizontes para nuestro idioma. Y abrir puertas es quizá apenas el gesto inicial, Pitol permite que los lectores de este idioma recreemos realidades absolutamente ajenas, lejanas, pero míticas, como la del “Chejov chino”, el “Gorki Chino”, el “Nietzsche Chino”, Lu Hsun, de quien tradujo Diario de un loco. Pero como muestra esta obra la traducción no es el último escalón, hay además prólogos que desentrañan la Historia, destierran equívocos y amparan el porvenir.

Los títulos son inagotables, se pueden crear antologías extensas y se podría hablar incluso del universo Pitol: Un drama de caza, de Anton Chéjov; El buen soldado, de Ford Madox Ford, La vuelta de tuerca, de Henry James, Emma, de Jane Austen, Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrzejewski, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, Madre de reyes y Cartas a la señora Z de Kazimierz Brandys.

Se suman el mencionado Diario de un loco de Lu Hsun, Salto mortal de Luigi Malerba, Dos cartas, de Malcolm Lowry, En torno a las excentricidades del cardenal Pirelli de Ronald Firbank, El ajuste de cuentas de Tibor Déry, La defensa Luzhin, de Vladimir Nabokov y Cosmos, de Witold Gombrowicz.

Y más: Robert Graves, Giorgio Basani, Luigi Berto, Elio Vittorini, J. R. Ackerley, y otros como Mijail Bulgakov, Boris Pilniak y Stefan Zeromsky. Pero la simple mención no es la comprensión del horizonte que dibujó Sergio Pitol para la narrativa española que, como su imaginación, su talento y su escritura, es inagotable.

Al reseñar Perdo Páramo, Pitol comparaba al personaje de Rulfo con Henry Sutpen, el protagonista de ¡Absalón, Absalón! de Faulkner, en quienes encontró en común su intención de recurrir a todos los medios posibles para acrecentar su patrimonio. Rilfo, como Stupen, escribió Pitol, “conocerá la desilusión, el sinsentido de la existencia, demasiado dinámica frente a la absoluta pasividad del ambiente que lo rodea, y finalmente se dejará vencer por todo ese tedio, verá toda su vida convertida en una ruina y morirá estúpida, trivialmente”.

Pitol aumentó con sus traducciones no solo su patrimonio, sino el de la lengua española y, a diferencia de los personajes rulfianos o faluknerianos, conoció la ilusión y el sentido de recorrer en otro idioma las letras escritas por alguien más. Cuando el pasado 18 de abril murió, además de las novelas y cuentos que escribió, las obras que reflejó en español le valieron una vida convertida en eternidad.

 

Libros de cuento:
Tiempo cercado, 1959
Infierno de todos, 1971
No hay tal lugar, 1967
Del encuentro nupcial, 1970
Cementerio de tordos, 1982
Cuerpo presente, 1990
Un largo viaje, 1999

Novela:
El tañido de una flauta, 1972
El desfile del amor, 1984
Juegos florales, 1985
Domar a la divina garza, 1988
La vida conyugal, 1991, adaptada al cine

Ensayo:
Los climas, 1972
De Jane Austen a Virginia Woolf : seis novelistas en sus textos, 1975
La casa de la tribu, 1989
Juan Soriano: el perpetuo rebelde, 1993
Adicción a los ingleses: vida y obra de diez novelistas, 2002
De la realidad a la literatura, 2003
El tercer personaje, ensayos, 2013

Memoria:
El arte de la fuga, 1996
Pasión por la trama, 1998
El viaje, 2000
El mago de Viena, 2005
Una autobiografía soterrada, 2010
Memoria: 1933-1966, 2011

Selecciones, recopilaciones, antologías:
Asimetría: antología personal, 1980
El relato veneciano de Billie Upward, Monteávila, 1992
Soñar la realidad: una antología personal, RHM, 1998
Todos los cuentos, Alfaguara, 1998
Tríptico de carnaval, Anagrama, 1999
Todo está en todas las cosas, Lom, Era, 2000
Los cuentos de una vida, Debate, 2002
Obras reunidas II, FCE, 2003
Obras reunidas III: cuentos y relatos, FCE, 2004
El oscuro hermano gemelo y otros relatos, Norma, 2004
Obras reunidas IV: escritos autobiográficos, FCE, 2006
Los mejores cuentos, Anagrama, 2006
Trilogía de la memoria, Anagrama, 2007
Icaro, 2007
La patria del lenguaje lecturas y escrituras latinoamericanas, Corregidor, 2013


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